Soy de otro mundo. De un segmento de tiempo imposible de prever. Soy fruto, entre mortal y etérea. La corrupción de una lágrima de rocío, un sueño, una oración. Nací oculto, en tierras de mi padre.
Cuando el cielo abrió los ojos frente a este hecho, la luna se tornó roja y miles de estrellas cayeron. Un dragón blanco y el temible fénix bajaron. Primero el fuego azoto el mundo y después el frío enfureció las almas.
Entonces, mi madre giró las manos y del pecho extrajo su marumito para luego disiparse en pequeñas flores de escarcha.
Hoy, con diez mil años de cultivación y un ejército de seguidores, me preparó para derrocar al emperador celestial y cobrar mi deuda.
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