Este año viví, y creo que no fui la única, todos los estados de ánimo. Tuve días de alegría, de esperanza, de paz, pero fueron muchos los que sentí bronca, indignación y ganas de llorar. Pero de todos los sentimientos elijo el de la esperanza.
Tomo mí copa y brindo primero por la salud de mis seres queridos. Brindo por los niños de este bendito país que fueron los que más entendieron de cuidar al otro, para que su única preocupación sea su educación y el juego. Brindo por los abuelos para que puedan abrazar a sus nietos y disfrutar de lo que sembraron. Brindo por los que estuvieron al frente de esta batalla, los médicos y enfermeras, en especial por mí único hermano al que hace ocho meses que no abrazo, para que su tarea sea reconocida y valorada. Por su salud y para que podamos abrazarnos. Brindo por los jóvenes, para que renazca en ellos la esperanza, para que tengan la posibilidad de estudiar, trabajar y soñar un futuro. Brindo por mi país, para que dejemos de lado los odios, las grietas, la ambición de poder, las bajezas humanas y entendamos que la unión, la cooperación, el trabajo compartido, el tirar todos para el mismo lado es lo que nos va a permitir salir del pozo en el que estamos metidos.
Y en especial brindo por ustedes, por este año compartido para que cada uno logré lo que sueña. Fueron una gran compañía y en muchos momentos expresarme me ayudó a pasar este año tan especial para todos.
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