Cuando llegue a la india me sorprendió la cantidad de gente que llenaba las calles, su pobreza, la falta de cuidados higiénicos, sus enormes templos y ella. Montaba un rulo de melancolía, entre pabellones alegres y sonrisas degolladas, me pidió que la llevara, que la amara, a cambio me regalaría un secreto.
Juntos recorrimos un demencial verano, el invierno psicótico, el Taj Mahal, el Fuerte Rojo de Agra, el Templo del Sol de Súria, el turbado Ganges con todos sus mitos reales y la vesania del Kamasutra en mi habitación de hotel. Nos perdimos en las pausas de conciencia y en desniveles sin sentido, en la lluvia paranoica, en la primavera trastornada y la insania del otoño.
Hace casi un año q regrese a mi casa, mi trabajo, mi vida pero guardo el secreto. Tenía acero en los ojos, la tez morena, olía a carda momo y menta. Se llamaba Diargin Claugi y fue mi Dia.
[Claudia Gigirin / Diargin Claugi]
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