Llego a mi pueblo después de tanto tiempo. Las ocupaciones y los compromisos no me permiten ir seguido. A pesar de ser tan cerca, ¡¡¡parece tan lejano!!!
Miro y las cosas parecen iguales, pero no. Comienzo a buscar esas grandes casas con zaguanes y ventanas a la calle. Cuando pasábamos se podía percibir un aroma muy particular, pero ahora hay negocios de ropa, de adornos, hasta un shopping. Pero no me apeno porque yo vivo ese cambio.
Camino por el centro de lo que era pueblo y ahora es Ciudad. La plaza, el municipio, la Iglesia eso esta igual, es decir, en el mismo lugar, pero aggiornados: con nuevas plantas, con otra estética, fachadas modificadas. Pero a su alrededor todo está cambiado.
Percibo una cuidad para el adentro, rejas, que nos distancian. Yo recuerdo verjas bajas, muchas plantas y niños jugando afuera. Por las noches se sacaba una mesita a la vereda y comíamos allí. Lo mismo hacían nuestros vecinos y esos eran momentos de plena socialización.
Tantas historias contadas por mi abuela... no, perdón, mi bisabuela. Ella vivió hasta los 105 años, ¡¡miren si no habría historia para contar!! Los nietos las deseábamos y, como una sencilla conversación, ella nos relataba historias apasionantes. De más está decir que eso también cambió.
Camino y miro. Sólo miro y recuerdo.
Hay clínicas muy modernas, spas de descanso, nuevos hoteles. Me dicen que el Hospital sigue de pie. Los que eran pequeños negocios, estilo almacenes de pueblo, ahora son enormes espacios sofisticados de venta integral de cereales, todo rodeado de altísimos edificios, súper hermosos, que reemplazan esas casa de las que hablé.
Pero veo que algunas galletitas han conservado los adoquines de sus pisos y allí hay nuevas cerveceras, espacios de encuentro, estilo vintage. ¡¡¡¡Todo es tan hermoso!!!!
Todos estos cambios me muestran a mi pueblo viviente, transformado y que transforma todos los estilos de vida.
Mi pueblo, que ahora es Ciudad es Lobos, sólo a 80 Km de donde vivo.
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