Mi rostro es redondo, por eso uso el cabello largo.
Mis ojos grandes, oscuros con un brillo intenso y misterioso.
Mi sonrisa me delata.
Mi frente es angosta con leves surcos que muestran el paso de los años y las pérdidas que he tenido.
Desde niña fui curiosa con una intensa sed de conocimiento. Esto me llevó a que cada libro que llegaba a mí fuera una puerta para descubrir un mundo nuevo. Esa sed no se ha detenido, me condujo a caminos impensados y a ampliar mis horizontes, también a enseñar, que es un día y vuelta, creando puentes que alimentan mi alma.
He tenido muchos logros, personales y profesionales, pero el mayor, para mí, es ser mamá, que abrió mi corazón al amor más sublime e incondicional.
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