Es un paisaje muy especial, aunque se lo considera de inspiración abstracta.
Apenas nos enfocamos en él vemos un gran ciprés verde, muy oscuro y ancho que se extiende hacia el cielo, casi tocándolo.
A lo lejos se divisan las casitas de los habitantes del pueblo y la iglesia, cuyo campanario se eleva erguido. El pueblo no se ve oscuro. Más lejos se adivinan los campos.
El cielo está vestido de azules intensos, como bordado con ondas más claras que van y vienen como jugando, y se destacan como bolas de lana más clara que esconden luces. Y hay un cuarto de luna amarilla rodeada por las ondas que pasean por el cielo. El firmamento está alegre y contento.
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