Se acerca, cada vez más cerca, me asustan sus ojos negros, violentos con ira. Es lo único que veo. Desaparece...
Pasa un minuto, una hora, un siglo y unos ojos inocentes, claros, en una cara de niño sonriente, feliz, cambian mi estado de ánimo.
A continuación veo una cara surcada por finas arrugas, llenas de experiencia, muy dulces.
Al rato una joven adolescente se va acercando y veo su largo cabello ondulado e indómito, a pesar de su dueña. Los ojos luminosos y avispados se acercan para maquillarlos. Pegadita a ella, aparece una mujer de mediana edad (¿la madre?) que la observa con amor. Se van y aparece un hombre grande con una enorme tristeza en sus ojos. No lo puedo consolar. Estoy inmóvil, sobre la pared. Todo se oscurece... He vuelto a la soledad y el silencio.
[El espejo]
No hay comentarios.:
Publicar un comentario