Desenlace - Fabiana

Corría el año 1944 y en Europa la guerra arrasaba todo a su paso.
Entre las frías paredes húmedas de un sótano, Rita escribía historias y volaba con su imaginación.
—Aquí tienes, mi pequeña escritora —le decía su padre y le entregaba con sus manos gastadas algunas hojas manchadas que conseguía de contrabando, mientras acariciaba con dulzura y tristeza el cabello lacio de la niña. 
Rita quería ser una famosa escritora de novelas de ciencia ficción. De su cabeza de joven de 15 años salían personajes e historias fantásticas. La visitaban alienígenas y vehículos que la llevaban al futuro a través del aire. El espacio abría ante sus ojos el futuro.
Mientras tanto, afuera, los cuerpos desmembrados que habían sido alcanzados por las bombas se acumulaban. El miedo mandaba. En medio de ese escalofriante escenario, Rita era visitada por estrellas que no podía ver, siempre encerrada en ese sótano oscuro.
Soñaba con ser libre, ser rica para poder ayudar a sus padres y a su pequeño hermano.
—Seré una escritora famosa, con mi dinero compraré una casa y ni tú ni mamá sufrirán miseria —repetía.
—Todo lo que sueñes se hará realidad y tu madre y yo viviremos para verlo —sentenció el padre con lágrimas en sus ojos. Mientras tanto la joven seguía imaginando que la llevaban a otros planetas donde los campos estaban sembrados, allí donde se podía elegir un vestido bonito con solo apretar un botón y donde las armas no existieran.
Los años pasaron, la guerra terminó pero su afición por la escritura se hizo más intensa. Escribía, pero ya no en hojas manchadas. Sufrió el exilio, el desamor, el rechazo de sus historias, pero nunca bajó los brazos, debía demostrarle a su madre que ella podía ser famosa. Su padre y su hermano ya no podrían verla, habían quedado allá, en el sótano oscuro.
Después de insistir, por fin logró publicar una novela de Ciencia ficción esperando que esta vez su sueño se hiciera realidad. 
Un día gris de otoño, su madre dejó este mundo real para volar a alguna de esas galaxias que aparecían en las novelas de Rita. Ese mismo día, llegó hasta sus manos un cheque con una suma millonaria. Su libro había sido un éxito. Su mente viajó de pronto a su niñez. Enloqueció de furia, de decepción. Su tristeza la llevó a querer aislarse, ciega de dolor se fue a una cueva rodeada de piedras. Quizá necesitaba subirse a una máquina del tiempo y viajar a su pasado, a ese sótano oscuro, escribir otra vez en hojas manchadas, pero esta vez sola, libre y con un techo pintado de estrellas.

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