Viene a mis recuerdos el silloncito, la mesita de hierro y el patio de la casa de mis padres, testigos de mi pasión por la lectura. Yo, una niña de 11 años que recibía un libro de regalo de la mano de mi tía.
Prendida a mi memoria quedó una de las protagonistas de esa historia, quizá porque empezaba a descubrir un mundo enorme que me abría una ventana de un sinfín de oportunidades.
Este libro, sin temor a equivocarme, me guío en el camino de mi juventud. Yo era una soñadora y la vida empezaba a plantearme retos para una chica que crecía en la década de los' 70, donde todavía existían algunas diferencias entre los sexos y sus roles.
Me reconocí en esa chica de la historia: testaruda, flacucha, que rompía faldas trepándose a los árboles. Soñadora, progresista, llena de ideas. Revolucionaria para su época, quería ser artista en Roma y ser la mejor escritora del mundo. Buscaba ser una mujer independiente en un momento en que la mujer, por culpa de los absurdos convencionalismos sociales, debía estar relegada a un segundo plano, resignada a las tareas domésticas y al cuidado de los hijos. Hay circunstancias en las que esta joven hastiada del sistema, parece querer renegar de su género.
Personaje lleno de valor y jovialidad, es la segunda de cuatro hermanas. Temperamental, rebelde, soñaba con estudiar y envidiaba la libertad de los hombres. Tenía alma revolucionaria pero también tenía sentido de la responsabilidad. Sus tropiezos eran cómicos y audaces y creo que en mi imaginación me daban permiso para cometer yo los míos. Era una activista que predicaba con el ejemplo. Es fácil decir, pero difícil llevarlo a la práctica. Esta chica de 15 años infundió en mi preadolescencia risas, vida y una esperanza y empeño infatigables. Y podría confirmar que no solo a mí, sino a todas las mujercitas de varias generaciones..
[Jo]
No hay comentarios.:
Publicar un comentario