Analía Falbero fue mi madre. Nació en Lanús, hija de italianos, y pasó su niñez en un conventillo. No sé si será la vida, los astros o el destino, pero su infancia dura la hizo una mujer fuerte, imponente y de un carácter sumamente difícil.
Conoció a mi padre en un baile de Carnaval, se casaron un 29 de febrero y vivieron juntos, a pesar de ser el día y la noche, durante 57 años.
Recuerdo que nos levantaba temprano, nos preparaba el desayuno y se sentaba al lado nuestro para ayudarnos en las tareas o tomarnos las lecciones. En los primeros años de escuela, la creía sabia, después supe que solo había cursado hasta 3 °.
Nos almidonada el guardapolvo y sus comidas eran simples, pero las mejores, heredadas de mí Nona y que ahora yo se las preparo a mis hijos. Todas las noches se sentaba en nuestras camas y nos escuchaba a mi hermano y a mí contar nuestras anécdotas del día. A veces nos leía poesías que aún recuerdo de memoria.
Mi madre fluctuaba entre la mujer alegre y cariñosa y la depresiva y a veces hiriente con sus palabras.
Me gustaba pararme a su lado para verla teñirse y maquillarse. En una época en que las mujeres solían ir de batón, ella usaba pantalones y hasta calzas. Sé que hubo largas épocas difíciles en que no gastaba nada para ella, todo era para nosotros.
Era mandona, peleadora, quizá porque la vida la obligó a luchar. Creo que se dedicó demasiado a nosotros y se olvidó de vivir. No tenía amigas ni vida social y sé que eso la fue secando por dentro y sin querer entristeció a su entorno. En su vejez empezó a olvidar, confundir, pero hasta el final siguió dándonos órdenes y mandoneándonos, sobre todo a mí papá.
Mi madre marcó a fuego mí vida. Ahora que soy mamá empiezo a entender muchas cosas. Entre todo lo que me decía, repetía con la intención de ofenderme: "Vos sos igual a tu padre", a lo que yo respondía: “¡Gracias a Dios!”, y la hacía reír...
Me parece increíble estar diciendo esto, pero... ¡Te extraño, vieja!
[Fabiana Gallero / Analía Falbero]
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