Cuando nació el primer hijo del matrimonio Guldéz, surgió el conflicto de siempre: “¿Qué nombre le ponemos?”. Ambos padres, dueños de una muy fuerte personalidad, no estaban decididos a renunciar a sus pretensiones. Afortunadamente llegaron a un acuerdo. El padre, muy aficionado al Turf, quiso homenajear al que fuera el más grande jockey de la historia, Leguizamo, y su esposa no opuso resistencia cuando lo bautizó Irineo. Y la madre, aun siendo mujer, pero muy futbolera hizo lo propio con Kempes, quien fuera goleador del equipo campeón del mundo en el año 1978, y no halló resistencia a la hora de ponerle Mario.
El chico salió bueno y particularmente dócil y deseoso de complacer a sus padres que querían verlo triunfar en ese tipo de actividades sin la consabida precaución de preguntarle acerca de sus gustos personales. Irineo Mario ya a los quince años medía 1.80 y pesaba 82 kilos, razón más que suficiente para que su padre desistiera de sus pretensiones. Y en el Fútbol carecía en lo absoluto de las más mínimas aptitudes, de modo tal que su mamá desistió resignadamente a su proyecto.
En la actualidad Irineo Mario Guldéz es el primer violín de la Orquesta Filarmónica de Salta y los padres están orgullosos de él.
[Emiliano Rodríguez / Irineo Mario Guldéz]
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