Dicen que la infancia tiene un impacto directo en el adulto que vamos a ser. La mía está ligada a Casbas, un pueblo pequeño del sudoeste bonaerense de agostos ventosos y veranos con chicharras y el carrito del heladero, el jardín de gladiolos y portulacas de mí mamá y el horizonte chato de la llanura salpicada de eucaliptus, molinos y alambrados. Todos nos conocíamos, allí era simplemente Lilian, la hija de María, la maestra de la escuela 4. ¡Fui muy feliz!
Pero llegó la adolescencia y tuve que dejar el pueblo para estudiar. En el colegio de Buenos Aires era un apellido más y tuve que adaptarme. Fue muy duro. Volví a respirar libertad cuando empecé a caminar las aulas y talleres de Bellas Artes y, aunque eran tiempos difíciles para hacer amistades, conocí gente maravillosa.
Después también conocí el amor de este hombre que tengo a mi lado. Tuve grandes pérdidas: hijo, padres, amigos, trabajo. Pero la contrapartida son también los otros hijos, nietos, viajes, más amigos, familia, lecturas y el arte que siempre me rescata.
Hoy me cuesta pensar que estoy más grande, mí físico menudo y ágil, mí nariz respingona, mí pelo y mis piernas siguen buscando sentir en la cara aquellos vientos casbenses al caminar Castelar.
Gracias por tu retrato, Lilian! estimulaste mi curiosidad para buscar Casbas en Google maps :)
ResponderBorrarQué bueno Silvia. Gracias por tu curiosidad.
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