En la tierra y en el aire se cruzan muchas historias: algunas reales y otras no tanto.
Sumire logró lo que tanto deseaba. A pesar de la oposición de sus padres, ella se preparó para volar. Su sueño era ser auxiliar de a bordo.
En su primer viaje a Islamabad, conoció a un pasajero llamado Abdul. El caballero era muy simpático y elegante. Entre ellos se percibía un magnetismo muy especial. Poco tiempo después en un vuelo a Yakarta, Sumire se encontró con Abdul entre los pasajeros. Se intercambiaron sus números telefónicos y acordaron encontrarse en Corfú durante el verano europeo. Transcurrieron dos días y Abdul no llegó. El avión en el que viajaba cayó en el océano Índico esa misma tarde.
La tristeza envolvió a Sumire. A pesar de todo y con la fuerza de su juventud ella continuó volando por el mundo. Sumire estaba segura que en otro avión otro caballero sería realidad y para siempre.
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