Sputnik - Virginia

Sumire, una niña grande, viaja como todos los días. Sube al tren, mira a su alrededor y aprecia ese día luminoso, claro, prometedor. Contempla mientras lee un libro, el viaje es prolongado.
De pronto el cartel esta frente a ella y las imágenes... Se regocija. ¡¡¡Son sus obras expuestas en un centro de arte que se ven allí!!! 
Quisiera prolongar el detenimiento del tren en ese lugar, pero deberá esperar. La ansiedad se apodera de ella y el pensamiento vuela y las preguntas aparecen ¿Quién las habrá colocado allí? ¿Quién tendrá interés en hacerlo? Y muchas otras preguntas. De pronto, el recuerdo de Marisa, aquella compañera de ruta, de vivencias, de intercambios personales de ellas, sólo de ellas.
El día próximo se presenta altivo, desafiante y, por qué no, expectante.
El tren se detiene y el nombre parece saltar del cartel de presentación. Ella siente cómo late su corazón y su respiración se acelera. Y al mismo tiempo una lágrima corre por su mejilla a través de sus lentes negros colocados intencionalmente porque conoce de sus emociones
Dice asi: "Muestra de arte agradeciendo especialmente a artistas conocidos".
Marisa.
Se regocija. Su asombro se transforma en expectativa. Nacen, como en el ayer, vivas e inquietantes.
Ella irá, ella irá, al encuentro de su amiga del alma.

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