Frase prestada - Ma. Teresa

Él leía tranquilamente un libro, sentado a la mesa de un salón de té, en París.

La camarera se acercó, para entregarle la carta:

—Estoy para servirle, cuando esté listo para ordenar, sólo levante la mano y vendré —le dijo atentamente y se retiró.

Francis se quedó observando a la hermosa joven, totalmente fascinado por su rostro y su voz. Cerró el libro, lo puso a un costado y tomo la carta, decidido a ordenar lo más rápido posible. Levantó la mano y, en pocos minutos, la muchacha estuvo a su lado, tal cual le había dicho.

—¿Le sirvo? 

—¿De manteca o terciopelo? —respondió Francis

—No entiendo —obtuvo como respuesta.

—Sólo intento saber cómo es tu piel, si de manteca o terciopelo.

—Tan solo ordene señor, y no se burle de mí, por favor —dijo la joven ruborizada por las palabras de Francis.

—Jamás me burlaría, lo juro, ordenaré tan pronto me respondas, hablo en serio. Si imagino tu piel de manteca, te derretirías entre mis brazos al besarte, más de mil veces. En cambio, si fuera de terciopelo, suave y cálida, trataría de que fueras tú quien me abrace y poder pasar así muchas horas, mientras me acaricias, hasta dormirme.

Las palabras de Francis, emocionaron a la bella joven. Bajó su cabeza y sólo atinó a decir 

—Mi nombre es Charlotte señor, le agradezco sus palabras. ¿Está listo para ordenar? 

—Sí, lo estoy, pero tan solo si me acompañas —respondió Francis.

—Imposible señor, estoy en horario de trabajo, no me lo permitirían —fueron las palabras de Charlotte.

—Entonces volveré mañana o cuando puedas sentarte a compartir mi mesa

—Aquí no, tal vez luego en el barcito de la vereda de enfrente, termino a las siete

—Allí te espero entonces, no me falles

Y así fue como se encontraron a la hora acordada Charlotte y Francis, en aquel barcito, en una mesa ubicada en la vereda de la calle principal del centro de París.

Tal vez esta sea una historia más, de las tantas que se contarán los viajeros en una ciudad tan cautivante como París. Lo cierto es que aquella tarde, la pareja encontró el amor de una manera muy simple, en un salón de té, con una simple pregunta: "¿De manteca o terciopelo?". Supe con el tiempo que nunca se separaron, que recorrieron París tomados de la mano y que, al despedirse en aquella primera cita, Charlotte respondió "de manteca, señor".


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Reflexión final - Fabiana

Este año viví, y creo que no fui la única, todos los estados de ánimo. Tuve días de alegría, de esperanza, de paz, pero fueron muchos los qu...