DELIRIOS DE CUARENTENA
—Má, ¿a las cuatro buscas a Emi en el jardín?
—Abu, ¿me haces papas fritas?
—Amor, acordate que pasa el productor del seguro.
—Uuuh, ¿qué hago para el taller de Plástica?
—¡Ya son las 8 y no fui a comprar la espinaca!
Y de repente, el mundo se puso en pausa y yo también.
Y tuvimos cuarentena por 15 días y por otros 15 y extendemos por otros 15 más… y van 145.
Salgo a caminar y ¡está todo tan raro! La poca gente con la que me cruzo va atrás de barbijos y máscaras transparentes. Esa mujer creo que es mi vecina de la vuelta y ese chico parece que me sonríe, pero no sé, no lo reconozco, ¿será un ex alumno? ¿Él me conocerá a mi? Es mi barrio de siempre, aunque ahora parecemos marcianos.
Lo bueno es que este sol me anuncia una primavera cercana y me distraigo contando flores, van 60 como las de Fernandez Moreno, pero sin balcones.
Vuelvo a casa y al cruzar el jardín percibo cierto aire misterioso, el cactus siempre tan derecho se ha retorcido y está como escondido detrás del pino. Sólo falta que encuentre un elefante en el armario. Respiro profundo, inflo el pecho, cierro los ojos y atravieso la pared.
—Abu, ¿jugamos a la casita?
—Dale, ¿somos dos amigas tomando el té?
—Sí, yo te sirvo. ¿Querés budín de manteca o de terciopelo?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario