Ayer estaba en el jardín con un libro muy interesante, abstraída en su lectura, cuando un movimiento fugaz atrapó mi atención. Ya había percibido ciertos rumores extraños. Pero pensé en un primer momento: "Estoy alucinando. Imposible que suceda algo así. Estoy sola, ni siquiera se mueven las hojas".
Decidí entrar para observar desde la ventana que sucedía. Asombrada, vi cómo las pequeñas macetas se escondían asustadas de las altas sombras que se extendían sobre ellas, quizás amenazantes o, tal vez, protectoras del sol, del viento, de las intensas lluvias. Más sorprendida quedé cuando, luego de un rato de idas y venidas, saltos sorpresivos y una danza espectacular entre las aromáticas y los rosales todo volvió a estar en calma.
Un día de estos voy a compartir una hermosa aventura en el jardín de mi casa. Quizás invite a mis perras.
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