Los tickets - Fabiana

Hace un par de meses, me vine a vivir al sur, huyendo de  la ruidosa ciudad. Aquí las noches de invierno son largas, a veces larguísimas, pero no son nada comparadas con las noches inquietas y los sueños aterradores que sufría en aquella ciudad que me llevaba a una infancia llena de violencia, con habitaciones que me recordaban una y otra vez los golpes de mí padre. Ese hombre dulce y cariñoso, que jugaba conmigo, se había transformado en un monstruo desde la muerte de mí madre. El alcohol lo enceguecía, lo aturdía, lo volvía violento.

Recuerdo como mí último día feliz con él, aquel en el que llegó a casa con tres tickets para ir al Circo Rodas. Le había rogado que me llevara. Fuimos los tres. Mis ojos de niño de cinco años llenos de asombro, la sonrisa luminosa de mí madre y el orgullo de mí padre llevándome de la mano y abrazándola a ella.

Después de ese día todo fue caos, quedamos solos, sin las manos amorosas de mí mamá. La casa estaba siempre desordenada, la ropa sucia, la heladera vacía. Comíamos comida envasada y, alguna que otra vez, fideos, cuando mi padre se acordaba de mi existencia. Aunque, para ser franco, prefería que no se acordara, porque sentía que mí pequeño cuerpo no resistiría un golpe más.

Siento culpa por pensar que fue un alivio para mi ese accidente que terminó con la vida de quien era mí calvario.

Como les decía, me vine a vivir hace dos meses a una cabaña alejada, cuyas paredes crujen cuando el viento sopla. Acabo de darme un baño y me dispongo a mirar una película desde la cama, pero antes me dirijo a la cocina para prepararme un café. Siento pasos detrás de mí, giro pero no veo a nadie: "es mí cabeza que imagina".

Tomo una bandeja, coloco la taza en el centro, voy a la heladera a buscar una barra de chocolate, está por la mitad, pero no recuerdo haberla comido. Vuelvo para recoger la bandeja, la taza se encuentra sobre la mesada. Estoy solo, pero alguien se tomó la mitad de mí café. Un escalofrío recorre mi cuerpo.Trato de ahuyentar los malos pensamientos. Me voy hacia la habitación, apoyo la bandeja sobre mí mesita de luz y allí están...

Mí corazón late, desbocado.

Tres tickets que rezan:

         " Circo Rodas'

           20/3/1999

           Platea 3B

Al lado de los tickets, la otra mitad de la barra de chocolate.

Con mis manos temblorosas, tomo los tickets. Detrás, con letra clara, se lee una sola palabra: PERDÓN.

Nunca más crujió la cabaña, pero cada tanto aparece sobre la mesita de luz una barra de chocolate.

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