Traición
Volver a ver tus maravillosos ojos verdes, tus manos, oír tu voz... ¿Será posible? Cuántas veces esperé este momento.
Al principio con mucha angustia, no podía entender tu ausencia, que te hubieses ido sin avisar, que nadie supiese dónde estabas, que tuviésemos que emprender esa búsqueda loca por la casa de familiares y amigos, el barrio del negocio, comisarías. Después saber y no entender por qué tu cuerpo irreconocible había aparecido tan lejos. Sólo yo pude identificar algunas pertenencias y nada más.
Los últimos tiempos habían sido difíciles, te habías convertido en un ser gruñón, que protestaba por cualquier cosa, que se quejaba de dolores terribles y salía en busca de su médica, la sufrida Dra. Mire, para que atendiera tu ansiedad e hiciera una nueva receta.
Pero el tiempo todo lo acomoda y esa angustia se va transformando en bronca, en resentimiento y finalmente empiezan a aparecer de a poco los recuerdos buenos, aquellos momentos inolvidables que vivimos juntos y esa vida que proyectamos desde muy jóvenes.
Por eso, ahora que en sueños apareció tan clara la invitación al reino de los muertos para verte por última vez, estoy emocionada y no puedo pensar en nada más.
Qué espacio enorme y claro, hay mucha gente. Sin embargo, no distingo sus rasgos, no se si son hombres o mujeres, creo que por el tamaño algunos deben ser niños. Pero no te veo.
—Señor, ¿cómo busco a mi marido? Es alto, tiene ojos verdes. Se llama Rodrigo Salas
No encuentran tu nombre, dicen que no estás ahí, ni en ningún otro espacio celeste. ¿Otra vez? ¿También acá será difícil encontrarte? ¿Será una búsqueda eterna?
Ya casi despierta, tengo una intuición: no está muerto. ¡Vive!
Voy al pequeño hospital de provincia que avisó de tu accidente, no sé qué tengo que hacer pero el destino está de mi lado. Miro la cartelería con el cuerpo médico y allí figura: Dra. Alejandra Mire. Es ella, la pobre médica que atendía las demandas de Rodrigo.
Pregunto y entonces me informan que el cartel no está actualizado, que la Dra. dejó de trabajar ahí después del increíble affaire con aquel paciente. Sólo pregunto una cosa:
— ¿El paciente tenía los ojos de un color verde maravilloso?
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