Una noticia en cuento - Lilian

7 de enero. Se está haciendo sentir el invierno en Damasco, la sala está templada, la tarde se va acortando. Es día de reunión de mujeres. 
Ghaada busca las bombillas, los vasos, el jengibre, los pistachos. Enciende los calentadores de madera  y repasa mentalmente los últimos encuentros. Sus pequeñas hijas y las de sus primas serán las destinatarias de las anécdotas familiares, de las recetas y de los cuentos de la abuela Zahira.
Hoy ella quiere contarles sobre esta tradición de juntarse a tomar mate. Cree que las niñas no saben de dónde viene esa costumbre y es tiempo de que sepan que esa bebida que están tomando, que hoy las junta una vez más, que se toma en todos lados varias veces al día y que parece tan suya, viene de muy lejos.
Según le dijo su madre, la importaron los tatarabuelos que alrededor de 1860 buscaron refugio en Argentina. Se enamoraron de esa yerba de sabor fuerte y al volver la llevaron consigo. Años más tarde alguna familia poderosa empezó a importarla. Claro que le dieron el toque propio, respetando los principios religiosos y la higiene. Entonces optaron por tomar en vasos de vidrio o porcelana individual con su propia bombilla, pero esta costumbre de hacer ronda para conversar mientras se bebe ya forma parte de la identidad de su gente.
Ahora está todo preparado: las pavas sobre los calentadores, la azucarera, la leche por si alguna la prefiere en vez de agua.  Mira los ojos de sus hijas expectantes, curiosos y desea fervientemente que puedan tener las mismas oportunidades que sus hermanos varones de educarse, que la guerra no las lastime, que sean felices…

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