Una noticia en cuento - Osvaldo

Mientras esperaba que bañaran  a mi Chihuahua, tomé una revista que trataba de experiencias con perros y dos de ellas me llamaron la atención. La primera, a mi gusto un poco frívola, comentaba que hace poco la Universidad de California en Davis mostró que los perros son mucho más inteligentes de lo que suele creerse. Según estos investigadores, los perros reconocen el engaño, se comunican con sus ladridos y hasta saben sumar. Así, los ladridos agudos e individuales indican que añoran a sus dueños, los más largos y graves señalan que llegan extraños, al jugar ladran en tono agudo y separado en sonidos de corta duración. En cuanto a sus capacidades con las matemáticas, el estudio dice que saben perfectamente cuándo una pila de objetos es más grande que otra. Pero no todo es frivolidad. Uno de los hechos más lindos es el uso que se les da en la recuperación de niños con problemas de comportamiento y que se práctica en el Hospital de niños Pedro Elizalde, en la ciudad de Buenos Aires. Los médicos del hospital decidieron comenzar  tratamientos que incluyen perros para los niños que sufren autismo y similares. Uno de esos problemas es el llamado síndrome de Asperger, que es cuando el niño que lo padece queda inmovilizado frente a otros chicos, pero se comprobó que por algún extraño mecanismo, se puede establecer comunicación con los perros y, de este modo, ir superando el problema y volver a la relación con sus pares. Las investigaciones  realizadas me hicieron pensar que muchas de ellas son protagonizadas por los animales.

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