Una noticia en cuento - Norma

 Don  Juan Carlos, el casanova actual

¿Han oído ustedes las novedades de último momento? Pues es fatal el desenlace de  una historia real porque es verdadera, pero también real porque pertenece a la realeza.

Hace más de 40 años, hubo una pareja que decidió compartir su vida o, al menos, así se decidió de forma programada, entre dos países de lenguaje dispar, de costumbres mediterráneas, pero de  historias totalmente  diversas.

Quizás Sofía, la joven, lo hizo por amor, tal cual Constantino, su hermano, lo demostró al casarse con Ana María, su único amor hasta el final de su vida.

No sucedió lo mismo con el caballero Don Juan Borbon, propio de su estirpe y afanado rigor. Ya demostró desde joven ciertas tendencias a profesar su amor con demasiada prodigalidad. Fue afortunado al recibir el reinado que tanto su padre deseaba, pero no lo obtuvo porque el generalísimo franco así lo decidió. A pesar de su constante y vigilante obsesión, finalmente el joven ganó.

La nueva pareja parecía de novela. En España, Sofía no era ni siquiera valorada o al menos apreciada. Tuvieron  tres hijos, dos mujeres y un varón. El rey seguía con su gran afición. Cuando la reina Sofía lo advirtió, tuvo la intención de abandonar su puesto, pero su madre sabio consejo le dio: “Si te separas, siempre estarás de visita, de lástima, y sin lugar fijo donde residir”. Por lo tanto, desde hace años que la pareja no es pareja, es solo la fachada de un gran acto teatral. 

Opino que Felipe es digno hijo de su madre. No solo físicamente es muy parecido, sino que creo, humilde opinión, que posee su dignidad y entereza. Y un futuro de rigor. Lo adivino por la historia y comportamiento de su padre. Egoísta al máximo, abandona el barco luego de un comportamiento y acciones poco lícitas o dignas de un rey o de un ser humano, simplemente.

Hoy en día, Sofía, la reina madre, es querida y admirada por su coraje, fortaleza  y dignidad  por el pueblo español, más que el propio rey, diría yo. Ni decir de la nueva consorte joven, Letizia, de la cual no hay opiniones seguras ni certeras. Muchos rumores y pocos buenos, a decir verdad.  Como todas las noticias desde hace un tiempo atrás, nos dan los hechos en los que participa activamente  el famoso Don Juan Carlos. El último parece que fue una importante suma de euros que ha destinado generosamente a su hermosa y joven amante danesa,  según dicen las malas lenguas. El famoso Don Juan sigue siendo famoso por su postura sin dudar, de requiebros amorosos y aventuras de caza elefantinal. Esta palabra es un poco divertida, pero si recuerdan ese momento puede combinar.

Cuánta hipocresía salta y sangra por las venas de los reinados de esta Europa grande, antigua, misteriosa, necesitada de hacer pactos y contrapactos para poder tener el poder necesario de hacer crecer el reinado de cualquier forma. Lo importante era ser el más grande y rico, a costa de una persona, o muchas. Vivas o muertas, lo necesario. Eso sucedia en el siglo pasado. Hoy desaparecen de la actualidad social. Vamos a pensar que si el caso es necesario nadie lo sabrá, menos yo que en ese espacio real no estoy, ni pienso estar.

Bueno, el tema empezó porque Don Juan Carlos decidió escribir una nota a su hijo,  actual rey del país, comunicándole que ha decidido abandonar España. Y esto ha sido la excusa para contar la intimidad de toda una familia real. Tan real es la familia que pertenece  a la realeza española y así seguirá, con sus vaivenes, tropiezos, rumores.  Continuará hasta donde le permitan llegar. Hay una heredera para ese trono ya. Pero eso será otra historia que  queda en el aire y a volar.

De último momento, han llegado noticias nuevas y el rey Don Juan Carlos ya decidió su destino. Cuando muchos suponían que sería portugal, destino de su abuelo real, él simplemente ha dicho  que su lugar será República Dominicana.

Este hombre ha decidido vivir a pleno lo que le queda por delante, seguramente sin problemas económicos, atendido a cuerpo de rey, valga la redundancia, en una casa veraniega, un palacio latinoamericano, en una hacienda antigua ya preparada por el señor desde hace tiempo. O simplemente en un hotel 5 estrellas, todos de capital europeo, quizás español, como ha sido la conquista y la colonización.


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