Probablemente, para los vecinos de la zona oeste de la Provincia de Buenos Aires, no es un dato tan difundido que a comienzos de la década del 40 del siglo pasado, emigró a la Argentina y se instaló en Villa Sarmiento. Quienes pasen hoy por frente, verán un rudimento de fachada que remeda la casa original, apodada "La fábrica", a causa de su estética, modernistas, que contrasta con la edificaciones de techo bajo de la zona.
Cuando ella llego acá, era un bicho raro, imagínate. Venía de los círculos de Berlín y Londres, donde las mujeres eran mucho más libres, se vestían como querían. Mi madre se instaló en el Ramos Mejía de los 40 y caminaba por las calles, tan tranquilas con pantalones, todavía me acuerdo el escándalo que provocaba. Ella iba a veces con el pelo garzón, tuvo épocas en que se pintaba la mucho la boca, un estilo completamente fuera de los cánones aceptados en esa época.
Original e independiente, desarrolló la primera parte de su recorrido profesional desde cierta periferia a la que, sin embargo, supo convertir en un centro convocante cuando conseguía que sus amigos artistas se aventuran al entrañable viaje a Ramos.
Asentada en la Villa Sarmiento, instaló su propio estudio de fotografía y diseño gráfico. Durante las décadas en que vivió en la provincia, las creaciones se multiplicaron y expandieron. Hizo conocer sus retratos en galerías muy reconocidas sobre el movimiento de la ciudad, el Obelisco de Buenos Aires, como signo vanguardista que se imaginó, en consonancia con tendencia internacional, pero que a la vez reivindicaba su especialidad local. Me refiero a esa que no por conocida nos es del todo inteligible, la que propone reconciliar el arte con la vida.
Grete Stern fue una diseñadora y fotógrafa alemana, nacionalizada Argentina, alumna de la escuela de la Bauhaus.
1904-1999
Falleció en Buenos Aires.
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