Vaya uno a saber de dónde sacaron eso de "familia tipo", como si fuera una unidad de medida de la organización familiar (padre, madre y dos hijos). Sea como fuere, no estoy de acuerdo porque falta el perro. Mi hijo se casó y con su esposa tuvieron "la parejita" y agregaron a Jana, una perra labradora con un carácter y una estabilidad emocional que, si fuera habitual entre los seres humanos, dejaría a los psicólogos sin pacientes. Durante toda su vida hizo las delicias de sus amos que le brindaron, en todo momento, un excelente cuidado, menos el de sacarla a pasear, de modo que toda su vida la pasó en casa sin conocer la calle. Durante sus ya once años la tuve yo en mi casa por espacio de ocho o diez días cada dos o tres años y cuando los dueños de casa tomaban vacaciones.
Un buen día, saliendo de mi casa para cumplir con mis obligaciones, la veo en el umbral de mi puerta. Mi hijo vive en Ituzaingó al igual que yo pero del lado sur y a unas siete cuadras. Las únicas formas de acceder al lado norte son: cruzar la Avda. Rivadavia y luego atravesar las vías del Sarmiento por el puente peatonal que une las calles M. Acosta con Soler, por el mismo lugar pero obviando el puente, por el túnel peatonal que une las calles Rondeau y Las Heras o por las barreras de Medrano y Juncal. En cualquiera de los casos, luego hay que encontrar Camacuá que es donde vivo yo. Para un perro que jamás conoció la calle fue una decisión más que osada. Todavía nos preguntamos cómo se atrevió y aún como lo logró, claro que bajo la lupa del limitado razonamiento humano, ¿a quién se le ocurre?
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