El perro - Ma. Teresa

Callejero

Julián tuvo una vida muy generosa. Hijo único, de una familia adinerada, pudo viajar por el mundo, conocer famosos personajes y hasta tener contacto con la realeza inglesa. Pero eso parecía no ser suficiente, nunca se sintió totalmente feliz, le faltaba algo, el amor nunca había tocado a su puerta, sólo aventuras ocasionales.

La muerte de su padre lo sorprendió en un crucero por Europa, no llegó a tiempo para despedirse de él. Su madre, muy afectada por la pérdida de su esposo, vio deteriorada su salud a tal punto que Julián cancelo todos sus compromisos para poder cuidarla. Sólo salía por las noches al casino de Puerto Madero, dejando al cuidado de una enfermera a su mama.

Tenía varios autos, pero el Porche rojo era su preferido, fue el último regalo que le había hecho su papá. Si bien en el estacionamiento había varios perros callejeros, uno en particular llamaba su atención. Ni bien estacionaba, el animal se le acercaba y se quedaba al lado del Porche, esperando su salida. Al principio Julián lo ignoraba, pero luego se podría decir que se había encariñado con él y siempre le traía alimento y agua. Cachirulo (así lo llamaba) movía su cola esperando una caricia y él se las daba. 

Una joven, también concurrente diaria al casino, había reparado en aquella relación y una noche se acercó a Julián, se presentó y le dijo:

–Vos debes ser una buena persona, nadie repara en un perro callejero.

–Buenas noches, no es para tanto, él se lo ganó.

–Yo adoro a los animales, tengo varios

–Nunca tuve una mascota, ni de niño, mamá decía que podían contagiarme alguna enfermedad.

–Te aseguro que son capaces de dar mucho amor, sin pedir nada a cambio.

–Sí, debe ser así, conozco algunas personas que opinan como vos, tal vez a adopte a cachirulo.

–Sí, hacelo, no te vas a arrepentir. Buenas noches, ¿nos vemos mañana? 

–Sí, claro, si venís un poco más temprano podríamos tomar algo en el bar, antes de jugar.

Y así, sin darse cuenta, comenzaron una hermosa amistad, que terminó siendo el primer amor de Julián. Amor que fue correspondido. Ahora sí, podría decirse, que la vida de Julián era realmente feliz. Sin perder mucho tiempo, teniendo en cuenta la salud de su madre, le propuso compromiso a Natalia (así se llamaba) y ella acepto.

La llevó a su casa y la presentó a su mama, quien se puso muy feliz. 

–Ahora podre partir tranquila, te dejo bien acompañado.

Una noche, en el casino, Cachirulo ingresó al local de juegos buscando a Julián, comenzó a ladrar y fue sacado del establecimiento a golpes. Natalia presintió que algo ocurría y se lo comentó a Julián. Ambos salieron y allí estaba el animal, que continuaba ladrando. Cuando los vio, salió corriendo hasta el Porche. Evidentemente, algo les quería decir. Los jóvenes subieron al auto y por primera vez, cachirulo también lo hizo. Llegaron a casa de Julián.

–Señor lo estaba llamando, su mama sufrió un ataque, el médico esta con ella –comentó la enfermera.

Inmediatamente los jóvenes ingresaron al cuarto de la anciana.

–Por fin, hijo, no quería partir sin despedirme. Ha llegado la hora de acompañar a papá, le pedí tanto que te trajera.

Los jóvenes se miraron, luego miraron a Cachirulo. Mantuvieron silencio, pero ambos pensaron lo mismo. La mamá de Julián murió esa noche. Cachirulo se mantuvo al lado de su cama hasta último momento y al día siguiente se fue.

Pasaron los días y Julián fue al estacionamiento del casino a buscar al animal: lo llevaría a su casa, nunca más se alejaría de él. Lamentablemente, lo fue a buscar varias noches, pero nunca más lo pudo encontrar.

–El cumplió su misión –comento Natalia.

–Parece que sí –respondió Julián.

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