La estatua - Emiliano

Yo no sé si todos sabían de la aparición de esa estatua misteriosa en el bosque, pero sí que, cuando esa aparición se confirmó y se supo del poder que tenía de hacer duplicados perfectos de cualquier ser humano que la toque, dejó de ser el lugar en el que los chicos jugaban. Con justa razón las madres se lo tenían prohibido en la misma medida en la que el rumor crecía. 

No sé porqué justamente a mí me confiaron el seguimiento de uno de esos duplicados que, para mi desgracia era alguien quien de desde hacía un tiempo era buscado por asesinato, delito por el cual la pena no es menor a los veinticinco años de reclusión. Lo cierto es que, vaya uno a saber por qué, acepté la encomienda. 

Acudí a la Policía y a investigadores privados y escuché con mucha atención las versiones que, cada vez con más fuerza, se escuchaban en el barrio. En eso vi que un haz de luz ingresaba por la ventana de mi dormitorio anunciando la aurora y recordé aquel poema que dice: "¿Qué es la vida? ¿Un frenesí? ¿Qué es la vida? ¿Una ilusión? Una sombra, una ficción y el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son". 

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