Como podemos definir, recordando a nuestros antiguos sabios y filósofos griegos, de los primeros en debatir teorías en una forma sumamente especial, no eran muchos y compartían o no las mismas definiciones. Por ejemplo, Aristóteles, alumno de Platón. Ellos no coincidían en sus pensamientos e ideas y en ese momento el conocimiento no estaba al servicio de todos, sino sólo de aquellos que podían pagar para adquirirlo. Por lo tanto, ya venimos desde una época lejana, en que el poder económico era necesario para crecer, en forma personal, como así también para tener mayor fuerza y formar sociedades organizadas de acuerdo a las necesidades del momento.
"Ha pasado mucha agua por el río”, alguien conocido dijo, y las cosas no han variado. Existen mil maneras de llegar al cielo, pero debemos elegir la más fácil, no la de Dante, que inventó para redimirse y lograr su más preciado tesoro, exonerar con castigos a veces inocuos a delincuentes feroces. O grandes punitorios a jóvenes amantes, cada cual decide el destino de acuerdo a su voluntad, decisión y poder momentáneo.
Dante no era muy feliz, pero enamorado de Beatriz quiso redimirse de sus muchos pecados y reunirse con ella, haciendo la travesía por los infinitos círculos de la divina comedia, acompañado de Virgilio. La verdad, los mitos y las leyendas, un stock de elementos tan lejanos, pero a la vez muy cercanos. Todo esto alimenta nuestra fantasía, nos lleva a creer en magníficas posibilidades de éxito en nuestra vida o en decadentes escalones hacia la barbarie.
Esta descripción parece muy antigua y fantasiosa, pero está muy de moda hoy día porque el hombre no deja de retroceder mil pasos cuando adelanta dos mil. La madre naturaleza nos pide por favor un descanso, un simple llamado a la solidaridad de todos los hombres y mujeres que pueblan este mundo y saben lo que están haciendo: traicionan, matan, cualquier cosa por un pedacito de tierra. Una guerra también porque hay muchos que nadan en la ignorancia y la locura y se olvidan, o bien se suman a vivir con esta ignominia. Destrucción del planeta, con ellos adentro.
Pienso, luego existo (eso lo dijo un francés muy conocido), y a veces pensar es la nota que nos lleva a no ser tan pasivos, a jugar un poco con los momentos, a buscar pertenecer para participar o, a veces, alejarse para no pertenecer a una sociedad marcada por la indiferencia, esperando el final de una tragedia, como el último eslabón de una sucesión de personajes coloridos, de una familia muy mal compartida, cuya historia es mágica, llena de imágenes de colores, con una historia a puro machete.
Color rojo por doquier y un bálsamo para el lector entusiasmado por la fantasía perenne de un montón de personajes, saltimbanquis circenses de la vida, aventurero y creador genial de un mundo lleno de papiros. Todo esto es fantasía pura, porque yo siempre tengo en mi interior esa gran esperanza de que puede mover al mundo la fe. Si todos los hombres del mundo pusieran su granito de arena, formaríamos el desierto más grande del mundo.
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