Nació sin madre y su padre nunca estuvo cerca, aun así heredaría un imperio, que no le interesaba. Quiso cambiar su destino empezando en el seminario. Tenía una vida tranquila, amable.
Estaba emocionado, ansioso, era su cumpleaños y su ordenación sacerdotal en la misa de las 20 horas.
De pronto, llego la noche y su padre le dijo con voz ronca y estrepitosa.
—Feliz cumpleaños.
Y le regalo el infierno.
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