Algo realmente estúpido - Dora

—Aunque yo ya esté curado, Federico, no quiero dejar de verlo.

—No. El tratamiento ha seguido su curso hasta el final. Ha llegado la hora.

—Sería egoísta terminar aquí —dijo Bruno— He recibido mucho y le he dado muy poco a cambio. Aunque apenas he tenido oportunidad de ayudarlo. No ha cooperado usted ni siquiera con una migraña. 

—El mejor regaló sería que me ayudarás a entender su recuperación. Que el favor más poderoso ha sido la identificación del enemigo apropiado. Recién cuando comprendí que tenía que luchar contra el verdadero enemigo (o sea, el tiempo, el envejecimiento, la muerte), llegue a entender que Manuela no es ni una adversaria ni una salvadora, sino solo una compañera de viaje, que recorre el ciclo de la vida. De alguna manera, este paso sencillo ha hecho que aflorara todo el amor aprisionado que sentía por ella. Hoy, Federico, me gusta la idea de repetir mi vida eternamente. Por último, siento que puedo decir: “Sí, he elegido mi vida. Y he elegido bien”.

—Solo puedo decir que durante estos dos últimos años, me ha dado mucho miedo envejecer. Me daba mucho miedo el" apetito de tiempo", como usted lo llama. Me defendía, pero a ciegas. Atacaba a mi mujer, en lugar de atacar al verdadero enemigo. Y, por último, cometía una estupidez. Desesperado, busqué refugio en los brazos de alguien que no podía ayudarme.


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