Vaya uno a saber por qué ocurren las cosas, pero lo cierto es que hace ya de esto muchos años. Cursé el Seminario Catequístico de Morón y, si bien es cierto que nunca ejercí, me hice de un gran amigo para toda la vida.
Coincidíamos mucho y sosteníamos largas y fecundas charlas. Yo tenía un trabajo estable con el que mantenía a mi esposa y a mis dos hijos; no así él que carecía de todas esas cosas. Cómo era casi un erudito en cuestiones psicológicas, reunidas en tantísimos años de terapia, me permití hacerle una propuesta, tal vez estúpida.
—Déjate la barba —le dije— Ponete anteojos y, al estilo del mismísimo Sigmund Freud, abrí un consultorio.
Se negó abiertamente so pretexto de que estaba incurriendo en un delito. Tiempo después, y a sabiendas de que para las actividades técnicas era un reverendo inútil (dicho esto con el mayor de los respetos), le propuse presentarse en el Ente Nacional de la Regulación de la Electricidad dónde pedían un Técnico Operativo altamente calificado. A sabiendas de que jamás había cambiado una lamparita eléctrica le propuse truchar un Currículum Vitae, que tentara a las autoridades del ENRE.
Bien dicen que "la necesidad tiene cara de hereje", pero lo cierto es que esta vez aceptó y fue designado con carácter provisorio. Pocos recuerdan que el 16 de junio del 2019, y debido a un error operativo de Transener en Colonia Elia-Campana, hubo un corte de suministro eléctrico que afecto a la Argentina, Uruguay y Paraguay y que duró 13 horas, afectando a cincuenta millones de usuarios. Pedro (mi amigo) presentó la renuncia que le fue aceptada de inmediato. Cuando me arrepentí, el daño ya estaba hecho. Creo que la carátula decía "Ejercicio Ilegal de la Función Pública".
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