El clóset
Hace años que vivo en este barrio, justo frente a la casa donde encontraron muerto al señor Julián.
Desde hace unos días, vengo observando que un indigente a ocupado la propiedad. Sale temprano y regresa al atardecer. Por la noche, se observa una luz tenue, de una vela seguramente.
Aún conservo el teléfono de los hijos, mañana llamaré para avisarles. Así lo hice, pero para mi sorpresa, no parecieron sorprenderse
–No se preocupe, no hay nada que pueda robar, en poco tiempo seguramente se ira, gracias igual.
En fin, tal vez así ocurra, no es mi problema. Pero la curiosidad me mataba. Al día siguiente, ni bien el hombre se alejó, crucé e ingrese a la casa (la puerta estaba sin llave). Comencé a observar todo lo que había en el interior de la casa. Sobre la mesa, una computadora y varias carpetas, muy extraño. Además, un teléfono celular y una máquina de fotos, todo muy raro, un indigente no podría poseer esas cosas y además ¿para qué? De pronto, el chirrido del portón de entrada me sorprendió, corrí a esconderme en el closet, alguien más ingreso a la casa, con el indigente.
Casi no podía escuchar lo que decían, pero uno de ellos era mujer, se podía oler su perfume. Qué haría yo ahora encerrado en un closet, tal vez pasarían aquí toda la noche. Esperaré a que se duerman y me iré, muy despacio para no ser descubierto.
El tiempo pasaba, la conversación seguía y hasta escuche risas y el ruido de copas al brindar, parecían festejar algo. Comencé a abrir apenas la puerta del closet y logré observar al indigente, que para mi sorpresa era la mujer y a un hombre joven, caras conocidas. Eran los hijos del señor Julián, pero no podía entender de qué se trataba todo esto. Me quedé dormido, cuando desperté la casa estaba vacía. Sigilosamente, por las dudas, Salí rápidamente y regresé a mi casa.
Mil cosas, pasaban por mi cabeza. ¿Por qué motivo los hijos del señor Julián entraban y salían de la casa disfrazados de indigentes, que escondían? Quizás eran cómplices de su madre, la única persona detenida por la muerte del señor Julián, habían pasado varios años.
Decidí, ir a contarle a la policía las cosas que había logrado ver la noche anterior.
Me escucharon con atención
–¿Está usted seguro señor, de que eran los hijos de la víctima? -
–Segurísimo, desde chicos los conozco. Pensé que luego del homicidio de su padre, habían viajado a España, a casa de su abuela materna, pero cuando respondieron mi llamada, me aclararon de que venían a visitar a su madre, encarcelada.
–Ahora las cosas, comienzan a cerrarme –dijo el policía
–Señor, hoy por la mañana, el abogado de la acusada se presentó con una carpeta llena de fotos y pruebas de que la señora era inocente. Que la amante de la víctima era la culpable. Mañana, el juez dará la orden de liberar a la acusada. Sus hijos fueron quienes fueron reuniendo pruebas, para comprobar la inocencia de su madre. Usted puede dar fe de que los jóvenes, realmente trabajaron disfrazados de indigentes. Pero un consejo, no vuelva usted a ingresar ilegalmente a una casa, las cosas podrían haber resultado de otra manera ¿no le parece?
–Juro que así será señor, nunca más lo hare.
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