Desde el clóset - Lilian

Mosquito

Vivo en este edificio desde la inauguración, hay varios que estamos desde ese momento. Es un inmueble bastante chico muy familiar, hay 12 departamentos y todos nos conocemos aunque no somos amigos.

Pero mi deseo más grande es convertirme en mosquito y ver qué pasa con el inquilino del 3º B.  Es el único nuevo, un muchacho alto, muy serio, que saluda respetuosamente y siempre anda solo, pero algo hace algunas noches y hay ruidos raros a altas horas.

Creo que hoy voy a poder cumplir parte de mi deseo. Hacerme mosquito no, pero cuando fui a la terraza por la escalera, vi que se había olvidado la llave puesta del lado de afuera entonces toqué el timbre para avisarle, pero no había nadie. Así fue como me la llevé por las dudas que no le entre ningún desconocido. Y ahí pensé que podía mirar un poco.

Y ahora, acá estoy, escondida en el clóset porque cuando ya había andado por la cocina y el living sentí que entraba el hombre con otro más joven y flaquito.

—¿Dónde estará el otro llavero? —dice— Esta es la llave que escondo para las emergencias.

Un rato voy a aguantar, pero a los 72 años no voy a poder resistir mucho detrás de esta caja grande y otras de zapatos, sobre todo porque justo me queda la rejilla de respiración a la altura de la cintura y estoy agachada para ver que hacen.

Claro, veo solo al hombre invitado, del otro escucho la voz y veo las manos que están desparramando herramientas sobre una mesa, hay un destornillador, un cortaplumas creo. Se ríen. Trae una botella y dos copas. Brindan y tiran una moneda.

—¡Bingo! Entramos en Camacuá —dice el inquilino.

 El otro debe haber ido al baño porque escuché la puerta y ya no lo veo.

¡Se me hace eterna la espera! Estoy cansada. Pero mi vecino sigue tomando, sentado en la cama, y el otro desaparecido…

Por fin le grita algo que no escucho. Éste se para y también se va.

Empiezo a contar hasta 50 para irme despacito sin que me descubran, pero vuelven los dos disfrazados de Hombre Araña, se palmean, se levantan la máscara y toman de nuevo, se tocan algo en la cintura y buscan en un cajón. Creo que sacan una bolsa que uno de ellos se mete en el pantalón. Se acomodan las caretas.

—¿Listo?

Abren el ventanal del living y desaparecen. No los veo más.


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