Venganza
¿Qué hice? ¿Acaso estoy loca? ¿Y ahora, que será de mí cuando descubran el cuerpo? Tengo que huir, ¿pero hacia dónde? Aún tengo las manos manchadas de sangre. Subiré al auto y conduciré, hasta llegar a algún lugar seguro. Un lugar alejado. Sí, eso hare. ¿Cómo pude matarlo? Era mi marido. Yo lo amaba. Ahora, no podrá volver a lastimarme, eso es seguro. Mi cuerpo, lleno de marcas, comenzara a curarse, esta vez para siempre.
Han pasado ya, dos horas, y sigo conduciendo, sin rumbo fijo. Raro, no he visto ningún cartel, que anuncie hacia dónde me lleva esta ruta. Debo cargar combustible, me lo anuncia el tablero, espero encontrar pronto una estación de servicio. El auto se detiene, nada cerca a la vista. Seguiré caminando, debo llegar a algún pueblo antes de que amanezca, diviso algunas luces, allá voy.
Qué tonta, olvidé mi cartera en el auto, no tengo documentos ni dinero. Igual, seguramente alguien me ayudara. Estoy agotada. ¡Dios mío ayúdame! Llego al fin, sigue sin haber carteles, no sé dónde me encuentro, tampoco sé qué hora es, mi reloj no funciona. Golpearé la puerta de la primera casa que encuentre, diré que fui asaltada.
Llego, llamo, sale una mujer que me mira asustada y cierra la puerta inmediatamente. Claro, mi ropa esta manchada de sangre, también mis manos. Debo buscar un lugar donde poder lavarme, de otro modo nadie me ayudara. Me encuentro en medio de la calle, sola, asustada, con frio…camino lentamente. Logro ver un bosque, tal vez allí exista un lago o arroyo, donde pueda lavarme
Qué extraño, cuántas estatuas. Las observo con curiosidad. Hombres, mujeres niñas y hasta algunos animales. Algo me dice, que debo salir de este bosque lo antes posible, me asusta el entorno.
Por fin un pequeño lago, me lavaré y después seguiré caminando, lejos de este extraño lugar. Listo, seguro ahora sí conseguiré ayuda. Me doy vuelta y detrás de mí, una de las estatuas, parece observarme. La esquivo, otra más se mueve y me corta el paso. Estoy asustada, es todo muy raro. Poco a poco, las estatuas comienzan a rodearme, mueven sus manos, me acusan. No puede estar pasando esto. ¿Qué hago?
Comienzo a llorar, casi tengo sobre mí a las estatuas. ¡Grito! ¡Perdón, perdón, no quise hacerlo! ¡Era una mala persona, me lastimaba! ¡Déjenme salir, me iré y no volveré! ¡Por favor, por favor! ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Auxilio!
Despierto sobresaltada, lo miro, duerme tranquilo. Solo fue una pesadilla. Tomo un poco de agua, recupero el aliento, me levanto. Muy despacio, busco un bolso, guardo algunas cosas, tomo mi cartera, con dinero y documentos, salgo. Subo al auto, y me voy.
Cuando él despierte, estaré muy lejos. Tomará un vaso de agua como lo hace siempre al despertar. Él no sabe que le agregue veneno. ¡Soy libre por fin!
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