Marumito - Claudia

Soy de otro mundo. De un segmento de tiempo imposible de prever. Soy fruto, entre mortal y etérea. La corrupción de una lágrima de rocío, un sueño, una oración. Nací oculto, en tierras de mi padre. 
Cuando el cielo abrió los ojos frente a este hecho, la luna se tornó roja y miles de estrellas cayeron. Un dragón blanco y el temible fénix bajaron. Primero el fuego azoto el mundo y después el frío enfureció las almas. 
Entonces, mi madre giró las manos y del  pecho extrajo su marumito para luego disiparse en pequeñas flores de escarcha. 
Hoy, con diez mil años de cultivación y un ejército de seguidores, me preparó  para derrocar al emperador celestial y cobrar mi deuda.

Marumito - Darío

Hace varios años, cuando era más chico, en un día de invierno, mi mamá me regaló un marumito. Era un álbum de figuritas de fútbol, y siendo que yo era muy fanático de completar álbumes de competiciones de ese deporte, me gustaban mucho, a pesar de que la mayoría de las veces no llegaba a completarlos. Pero el hecho de pegar las figuritas y ver que me gustaba como quedaba al completarlo de a poco me daba satisfacción porque me agradaba mucho.

Marumito - Ma. Teresa

Parece que fue ayer, pero se cumplen hoy quince años de aquel fatídico día. Tenía yo entonces diez. Lo recuerdo porque era día de mi cumpleaños. Viajábamos a Maruma, el pequeño pueblo donde vivía mi anciana abuelita. Cantábamos felices papá, mamá, mi hermana y yo. Nos encantaba cantar la canción del Marumito. Solo nosotros la conocíamos. Era una canción familiar, mamá la había aprendido de mi abuelita. La letra hacía alusión a un ser mágico, que moraba en Maruma, donde había crecido mamá. Nosotros, mi hermana y yo, aun creíamos en seres infantiles cargados de magia. De pronto, algo o alguien, y el ruido estrepitoso, el crujir de chapas, y los gritos y los llantos, y la oscuridad.
Al despertar, alguien tomó mi mano y me habló, pero no reconocí su voz.

— Hola, ¿cómo te sentís? Mi nombre es Paula y soy médica.
— ¿Dónde están mi hermana y mis padres? ¿Dónde estoy? Ayúdeme, por favor, no puedo ver.
— Tranquilo, poco a poco. ¿Recordás lo ocurrido?
— No, no recuerdo nada. ¿Qué paso?
— Viajabas con tu familia y hubo un accidente. El coche chocó con un animal en la ruta por la que viajaban.
— ¿Y por que no puedo ver? ¿Y mi familia? ¿Qué les ocurrió a ellos? Estoy muy asustado.
— Lamento decirte que tu familia no sobrevivió. Es muy doloroso, lo sé, pero debo decirte la verdad. ¿Recordás hacia donde se dirigían?
— A Maruma, a casa de mi abuelita.
— Qué extraño, no conozco ningún pueblo con ese nombre. Al menos, no cerca de aquí.
— Llamen a mi abuelita, ella vendrá y les dirá.
— ¿Recuerdas el numero de teléfono?
— No, pero se llama Juana, y su número debe estar en la guía telefónica o en los documentos de mis padres.
— Esta bien, los buscaremos. Vos descansá. Ya lo encontraremos.
— ¿Cómo pretenden que sepa tanto? Solo tengo diez años.
— Es que han pasado quince años, estuviste dormido todo este tiempo.

No supe qué decir. La mujer se fue. De pronto, nuevamente, alguien tomó mi mano y acarició mi frente. Con la otra mano, me entregó una pequeña caja.

— Tomá esto me dice— Es un Marumito, él te protegerá. Nunca te separes de él.

Desde  entonces, vivo en una casa con personas que me cuidan.
Nadie encontró el pueblo de mi abuelita. Y en los restos del auto no había documentos.
A mi lado, siempre esta el Marumito. Que alguien o un ángel o mi mama me dio aquel día en el hospital en el que me desperté.
No sé cómo es, no puedo verlo. Pero estoy tranquilo. Solo pienso en algo y él lo trae a mi mente.
Veo el campo, las flores, los atardeceres en los que mi hermana y yo jugábamos, mientras nuestros padres y abuelita hablaban debajo del roble.
No sé si alguna vez existió Maruma, porque era mágico como lo decía la canción que cantábamos.
Yo solo sé que aun sigo creyendo en los seres mágicos. Especialmente en mi Marumito. Que, tal vez, sea yo.

Marumito - Stella

Silencio, noche, quietud: noche de Reyes. Pasos silenciosos. Mi miedo se acrecienta al notar tres figuras moviéndose a mí alrededor. Cierro fuertemente los ojos. De repente, todo cesa pero no me atrevo a moverme. Me quedo dormida.
Al despertar, veo cumplidos todos mis pedidos. A un lado noto un paquete que antes no había visto. Lo abro y aparece una estrella multicolor que emana un penetrante olor a violetas. Llamo a mi madre que vieneo hacia mí y sólo dice: "Ahora tú eres yo, tienes el marumito".

Marumito - Alicia

Llegó a mí de las manos de mi padre el día que yo nací un bello marumito envuelto en miles de transparencias y ajustado con rayos de colores. Claro que no tuve conciencia de ese regalo hasta algunos años después. 
A medida que crecía iba pelando el marumito como una cebolla, ansiosa por saber qué contenía. Y así, poco a poco, año a año, fui descubriendo, recibiendo y haciendo mío su contenido desparramado: fortaleza, nobleza, honestidad, respeto, solidaridad, orgullo, derechos, seguridad en mí misma, alegrías, tristezas, serenidad, amor, sabiduría, madurez... Llegó todo en su justo momento a medida que crecía y según la vida me lo pedía. Hasta que un día llegué a la última capa, el centro mismo del envoltorio, y allí estaba el marumito que mi padre me regaló ese día: ¡Era yo misma! "¡Gracias, pa!", fue lo primero que pensé. "¡GRACIA, VIEJO, POR TANTO! 
Pero ahora debo comenzar a envolver con las mismas transparencias y rayos de colores este marumito, no me lo puedo guardar porque mis hijos lo están esperando. El marumito que me regaló mi padre debe continuar su camino.

Marumito - Osvaldo

No recuerdo haberlo contado antes y... ¡pasaron tantos años! ¿Sabés cuantos? 70. Y ahora llegó a mi mente tan fresco y nítido como aquel día de reyes en que me llegó un Marumito muy deseado por mi. Te cuento que en esa época ya lejana se iba mucho al cine. Recuerdo que fuimos al cine de Castelar pero antes pasamos a comprar unas golosinas y, justo al lado, había una gran juguetería justo frente a la barrera de la estación de Castelar. Hoy hay una linda confitería. Me quedé muy quieto con la vista fija en ese Marumito, para la época algo muy especial, demasiado lindo. Recuerdo que mi mamá lo miró a mi papá y ninguno dijo una palabra, solo nos miramos. Pasaron los días y llegó la mañana del 6 de enero, Reyes, y no yo no lo podía creer, no podía ser... Estaba ahí y era mío el Marumito. Recuerdo que por las noches salía con mamá a la vereda y yo iba de esquina a esquina con mi Marumito color azul y con una luz que salía del techo. No puedo describir lo que yo sentía, hoy todavía lo tengo y, al mirarlo, recuerdo esas miradas cómplices frente a la juguetería y una lágrima recorre mis mejillas. Gracias, mamá, por entender que ese coche con luz en ese momento era todo para mí. ¿Y querés que te comente algo? Mirándolo y recordando hoy también es un todo para mí porque veo el rostro de mi madre y eso es uno de mis todos, a mis 75 años. Gracias, mamá.

Marumito - Dora

Una mañana, estaba en mi cuarto convaleciente. Habían tenido que extirparme las amígdalas, una dolencia tan asociada a la infancia. Sentada en mi cama, saboreando un rico helado que me había traído mi papá recomendado por el médico, miraba y admiraba, a través de la amplía ventana de mi cuarto, el bello jardín de mi casa. Era otoño, el sol me envolvía tibiamente, veía árboles semi desnudos desprotegidos de una suave brisa, un cielo con un degrade azul celeste y en el suelo un colchón de gran sinfonía de ocres. De pronto vi asomarse por la ventana un Marumito. Estaba asombrada y emocionada: era lo que siempre había deseado. Mi mamá entró en el cuarto, sonriente, me lo entregó y cuando lo tuve, la abracé con fuerzas, la mire, tan bella muñeca. Sueños de mi infancia echos realidad, gracias a mi amada madre.

Marumito - Virginia

¿Que fue lo que me regaló? El sentir las cosas de forma sencilla, pero elegante. Los olores. El saber que hay un otro al lado mío. Me regalo la sensibilidad por el cuidado, que aún ahora desarrollo. El olor a las flores no cortadas en sus mismas platas que son las que dan la vida. Qué bueno, ¿no? 
No recuerdo algo puntual, porque fueron muchos y todos. Todo mi transitar, en todo tiempo, me lo dio mi mamá. "La vida" que fue dada y gestada por mi mamá, una señora chiquita, frágil, pero con una entereza y fortaleza incomparable para afrontar lo que debió vivir: sin queja, sin tristeza, con gozo.
¿Cual sería el marumito, entonces? Su ternura incomparable y sus manos tiernas, que me arropaban cuando dormía. Desenvuelve ese paquetito atado con cinta blanca e inspiro y huelo esos olores, que viven en mi. ¡Ahhh! Me dejó sus canciones españolas que eran su debilidad y son las mías

Marumito - Lilian

Lloré mucho el día que Lara se volvió a vivir a París. Sabía que seguramente iba a pasar mucho tiempo hasta que nos volviéramos a ver. Nos habíamos conocido en 1º grado, cuando su familia había llegado a mi pueblo con una empresa francesa para asfaltar las calles.
Lara era una flaquita alegre, que no hablaba muy bien español, por eso cuando me contó que en su casa tenía un marumito, creí que era un error de comunicación y empezamos a buscar en mi lengua el objeto que designara esa palabra.
¿Era el perro? ¿La muñeca? ¿Mi vestido azul que tanto le gustaba? ¿Esa pulsera de cuentas de vidrio? ¿El rompecabezas?
Estábamos en esa búsqueda alocada cuando descubrimos en el ropero de mi mamá una cajita envuelta en papel dorado, no muy grande, y atada con una cinta de varios colores que parecía para un regalo. Justo en ese momento nos llamó a merendar.
Me quedé con una doble intriga: ¿Qué era un marumito y qué había en la cajita dorada?
Ya se sabe que los tiempos de la infancia pueden ser cambiantes, mucho por descubrir, experimentar, aprender, hacer amigos.
Cuando dos años después mi amiga se fue y yo estaba muy triste, apareció mi mamá con su regalo, la cajita dorada que había guardado para esa ocasión.
Este es tu marumito, creo que se parece mucho al de Lara— Y sí, ahí estaban guardadas nuestras risas, nuestros juegos y todas las palabras inventadas.

Marumito - Graciela

Mi mamá  me regaló  un marumito cuando cumplí ocho añitos. Era un día de primavera cuando entré al comedor y lo vi. Era alto como yo y me atrapó su mirada, sus ojos negros. Las orejas paradas enmarcaban su rostro. Su cuerpo era esbelto, de finas curvas con patas altas y piel suave de color rojo, su pancita blanca y la colita corta, blanca y roja. Lo amé desde el primer momento. Hasta que tuve mi cuarto se quedó ahí vigilando la entrada de quiénes llegaban a casa. No hubo persona que no lo alabara, que le sacara una sonrisa a tan hermoso marmurito. Fue el mejor regalo de mi infancia. Lo añoro y siempre estará en mi corazón.

Marumito - Fabiana

Recuerdo el día en que cumplí ocho años: cumpleaños triste para mi porque mi hermano, Daniel, enfermó y quedé sola con mi abuela.
Ese día mi mamá me regaló un marumito. "Para que te acompañe", me dijo. Estaba dentro de una caja azul con un moño rojo. No sé si porque yo me sentía muy triste y todo era tan oscuro a mi alrededor que, cuando lo vi, lo sentí brillante, alegre.
Tenía los colores del arco iris y el sabor de mi helado favorito.
Por las noches era mágico, me contaba cuentos de hadas con la voz dulce de mi madre.
De día se transformaba en juegos y se teñía de celeste cielo, como el color de los ojos de mi hermano. Me ayudaba a no extrañarlo.
Se convertía en pájaro, en sonrisas, en las manos de mi padre hamacándome. A veces, en lágrimas.
Cuando mi hermano sanó lo primero que hicimos fue jugar a la pelota con el marumito.
Ya no soy un niña, mi madre hace un año que no está, pero el marumito sigue conmigo, me abraza, huele a jazmines y me hace cosquillas cuando el recuerdo se vuelve triste .

Marumito - Emiliano

Mi mamá me regaló un marumito

Cuando mi mamá me regaló el primer marumito (en realidad el único que tuve) no se podría decir que sentí alegría sino alivio. Era el único que no tenía uno en el grado, motivo por el cual fui víctima de bullying por parte de mis compañeros. No faltaban los que presumían de tener el original de modo que en torno a él no faltaban conflictos. Yo cuidaba celosamente el mío, no solo porque sabia que jamás tendría otro sino porque además quería que lo heredara mi hermano menor tal, y como sucedía  con la ropa y los zapatos. No quería que también él fuera el blanco de las burlas. Lo que jamás hubiera imaginado era lo que iba a significar para mí ya siendo grande. Cuándo me llegó el momento de hacer el servicio militar, me hicieron cuatro preguntas tres de las cuales no me sorprendieron pero sí la última: "¿Sabe leer y escribir? ¿Sabe nadar? ¿Sabe montar a caballo? ¿Tiene un marumito? No solo pude responder afirmativamente las cuatro sino que recordé a mi mamá a quien ya no tenía conmigo.

Lectura de imágenes - Norma

Es un paisaje muy  especial, aunque se lo considera de inspiración abstracta.
Apenas nos enfocamos en él vemos un gran ciprés verde, muy oscuro y ancho que se extiende hacia el cielo, casi tocándolo.
A lo lejos se divisan las casitas de los habitantes del pueblo y la iglesia, cuyo campanario se eleva erguido. El pueblo no se ve  oscuro. Más lejos se adivinan los campos.
El cielo está vestido de azules intensos, como bordado con ondas más claras que van y vienen como jugando, y se destacan como bolas de lana más clara que esconden luces. Y hay un cuarto de luna amarilla rodeada por las ondas que pasean por el cielo. El firmamento está alegre y contento.



Lectura de imágenes - Stella

Colores claros, difusos. Dos planos. En el primero, una habitación donde una mujer observa ensimismada el otro. Allí, agua moviéndose suavemente y, en la orilla, una ciudad donde se adivina el movimiento. Ella, quieta, distendida, de espaldas, apoyada sobre el alféizar. Se le adivinan sus formas a través de las pinceladas certeras.
Todo es paz.



Lectura de imágenes - Claudia

A mi habitación, de techo abovedado y cama con dosel, donde me encuentro moribundo, acordaron en llegar unos cuantos diablillos que beben y se divierten e intentan comprar mi alma con oro, mi debilidad. 
En el arcón, a los pies de la cama, un anciano que apoyado en su bastón guarda monedas en un saco, como lo hiciera yo en otro tiempo. 
Junto a mí un eterno observa suplicante mientras extiende su mano hacia el Cristo en la única ventana. 
La puerta se entreabre. Ella se asoma, apenas envuelta en trapos. Sus cuencas vacías miden la distancia entre la flecha que sostiene su huesuda mano y mi pecho desnudo.



Lectura de imágenes - Silvia

Retrato familiar.
La mayor parte del conjunto de personajes se encuentra en el primer plano de la pintura, casi en línea. De izquierda a derecha dos niñas, la mayor de ellas tiene el cabello castaño y rizado. Está de rodillas dirigiéndose a la más pequeña, que es rubia, posiblemente de alrededor de seis años y es la que luce mejor ataviada en toda esa escena. 
Sigue luego otra jovencita con cabello oscuro, situada apenas un paso por detrás de la línea imaginaria de esta composición. Se encuentra de pie, el torso levemente rotado hacia la izquierda y apenas inclinado hacia la nena rubia. Siguiendo hacia la derecha de la escena vemos, primero, una chica de baja estatura, de una edad no definible por sus facciones creería que se trata de una enana y a su lado, y ya sobre el borde del cuadro, hay una criatura pequeña, bastante menor que la otra, la rubia. Tiene el pelo largo, por debajo de los hombros de color castaño claro. Por su ropa es un varón. Parece ser el único que se divierte allí: está jugando con el último de los “modelos“: un mastín marrón que se muestra paciente y resignado con la situación, echado en el suelo en una especie de duermevela. Así y todo, aún con los ojos entrecerrados, hasta el perro posa con su hocico hacia el centro de la escena. Como dije antes, todos estos personajes dirigen la mirada o rotan aunque sea levemente su cuerpo hacia la niña rubia.
Esta figura es central por importancia y también el pintor le dio centralidad geométrica a pesar de ser la segunda figura desde la izquierda. ¿Cómo? Casi una quinta parte del margen izquierdo de la obra representa el lienzo sobre el que está trabajando el pintor. El bastidor está apoyado contra un caballete y llega casi al techo de la habitación. Esto deja a la vista solamente una línea de fuga, la que se ve en el lado derecho y que basta para representar la profundidad de la estancia  y situar los restantes planos de escena.
Inmediatamente detrás del grupo se encuentra el artista, en un plano con menos iluminación que el de las chicas. Además está vestido de oscuro, en el frente de su vestimenta tiene un emblema rojo semejante a una Flor de Lis. El cabello castaño es largo y ondeado. Su mirada se dirige al observador. Si bien tiene en sus manos las herramientas de su oficio, como si hubiera sido sorprendido entre una pincelada y la siguiente, no se encuentra directamente frente al lienzo sino unos pasos más atrás. El bastidor que mencioné antes está en el primerísimo plano, por delante de las niñas. Entonces, posiblemente él haya dado unos pasos atrás para observar la escena. Y quizás lo que contempla y pinta sea la imagen reflejada en un espejo, en el que también se está contemplando la niña.
Apenas un poco más atrás, ahora contra la pared de la derecha, hay dos personas de pie. La mujer lleva un tocado que le cubre la cabeza y su vestido es claro. El hombre mira la escena con las manos entrelazadas sobre su abdomen. Sus ropas son oscuras como lo es la penumbra en este espacio del ambiente.
El siguiente ante último plano es el fondo de la habitación. La pared está poblada de cuadros colgados, la iluminación es escasa a excepción de uno de los cuadros, el que está junto a la puerta, que refleja claramente una pareja: la dama con vestido verde claro y abundante cabellera rubia rizada y el señor con ropas azules.
Por último la puerta abierta que se ve en la pared del fondo deja entrar luz desde otro espacio en el que se ve una escalera por la que está subiendo un hombre con cabello corto, pequeña barba y bigotes que se gira hacia atrás para contemplar la escena y al observador. Lleva una capa negra.



Lectura de imágenes - Alejandra

Es increíble que, a pesar de tanto trabajo, sus ropas se vean tan blancas. Su rostro apenas se ve, pero puedo percibir su piel desgastada por el sol. Sus manos se ven fuertes, las de un trabajador. La carga sobre sus espaldas es pesada, no solo esa carga que se ve, sino la que no se ve. Ella, su compañera, intenta ayudarlo, aunque también carga con una vida dura. Ambos tienen el rostro cansado y desgastado por el sol. Sus manos son tiernas y cuidadosas, las de una mujer que lucha. Sus ropas en cambio son coloridas, cómo para darle un poco de alegría a la triste realidad que les toca compartir.



Lectura de imágenes - Emiliano

Hace unos veinte años que desayuno, almuerzo y ceno teniendo delante de mí un cuadro al que no puedo dejar de observar y que yo mismo elegí, enmarqué y colgué. Un jardín muy cuidado, una mesa con un mantel a cuadros y, sobre ella, una frutera con algunas cáscaras de una naranja a medio comer. En el centro de la escena hay un niño de unos doce años, vestido muy elegantemente con un trajecito de marinero (muy común en los años 20). El niño está sentado en un sillón de madera con un almohadón en la espalda, como si guardara reposo, y a sus pies echado a un San Bernardo. Ambos miran al observador como si estuvieran posando para una fotografía. El perro parece estar al cuidado del chico y ambos reconfortados de acompañarse. El pintor es argentino (FF) y la obra de 1916.



Lectura de imágenes - Graciela

La luz de la araña de cristal que cuelga del techo refleja la elegancia del lugar. Una noche más de encuentros, hombres y mujeres, algunos bebiendo, otros conversando o simplemente divirtiéndose. Todos reflejados en un gran espejo junto con el hombre que la mira. La joven mujer se destaca con su vestido de terciopelo negro y encajes ceñido a la cintura. Una cinta con un  relicario, una pulsera y un bouquet de flores son sus únicos accesorios. Está rodeada de vinos, licores, copas y champán. Es muy bella pero su juventud contrasta con su mirada sin brillo. ¡Cuánta  tristeza reflejan esos ojos! ¡Cuánto  dolor! Se sostiene de la barra con sus manos, orgullosa, consciente de que no hay salida. Sabe que debe ser fuerte. La vida continúa.



Lectura de imágenes - Darío

Un día al atardecer, vestido de negro, caminando por un puente, vi dos personas observando un lago. en el que había dos barcos. Seguí caminando pero escuché un ruido que me dejó sorprendido y con la boca abierta emitiendo sonido.


Lectura de imágenes - María Teresa

Ellos, ellas, sus ojos.
Esa masa viviente, que gime, suplica.
Miradas, muchas miradas.
Son pájaros tristes, tratando de volar.
¡Tienen hambre, Señor! Obsarvalos llorar.
No piden limosna, no quieren robar.
Solo te ruegan por su dignidad.
Son muchos, muchos más vendrán.
Hombres y mujeres, tratando de avanzar.
Con fuerzas, con fe, con valor. ¡Ayudalos!
Mirá cómo se pierden, allá lejos, detrás.
Nunca se rendirán.
Cada vez serán más, más y más.
¡Son ellos, señor!
Los que abren el camino a los que vendrán.
Son lucha, son fuerza, vigor.
No los olvides.
Ellos, siempre estarán.



Lectura de imágenes - Osvaldo

La vida de los pobres, la existencia miserable de la clase más desposeída de Venecia. Los ropajes desgastados, andrajosos, y los gestos de los personajes muestran todas las etapas de la vida. En esta escena frontal se representa a una madre que, con resignado cansancio, cobija a un niño que intenta comer un mendrugo en su regazo; a un hombre que sopla un plato de sopa caliente; a un muchacho que empina la cuchara y a un viejo anquilosado que se incorpora trabajosamente. Todo connota una pobreza digna y resignada. La escena nos da a entender lo que han conseguido con el duro trabajo diario. Y, por su naturalidad, despierta fuertemente para el que la observa una gran simpatía.



Lectura de imágenes - Lilian

Este es "mi lugar", sencillo casi austero. ¡Pero mio! Soy hombre de bajos recursos así que mis muebles de pino son pocos: una cama, una pequeña mesita debajo de la ventana y, eso sí, dos sillas. Espero visitas. ¿Qué más puedo pedir? Un espejo para completar mis afeites personales, algunos pequeños cuadros en la pared, el perchero para colgar mis "trapos" y mi eterno sombrero de paja. Los colores contrastantes hablan de mi sentir: amarillo y azul violáceo, rojo y verde. Necesitaba este descanso, un poco de paz.



Lectura de imágenes - Alicia

Mujer, puedes estar junta o separada de ti misma con tu corazón expuesto al rojo vivo derramando el amor. Tu imagen representa lo que se ve a simple vista y lo opuesto. Tu herencia nata reluce pero arrastras lo que se te impone de afuera. Tu rostro mestizo coronado de trenzas, ojos de fuego, cejas enjutas. Tu postura arrogante y altiva o aniñada e inocente muestra tu roto mundo interior, tu poder y tu sumisión. Todo el mismo tiempo. Dos mujeres en una sola unidas simplemente por una mano.



Lectura de imágenes - Virginia

Vida y vivencias plagadas de tiempo. Voy y vengo por y a través de ellas. De fondo una claridad evidente que anima a transitar hacia ella.
Algunos momentos pasaron, otros se deslizan, otros descansan. Sobre un suelo firme que los contendrá. No se contradicen, parece que se contemplan entre sí. Ninguno está roto sólo cambiaron de formas, marcando diferentes imágenes blanditas y maleables que seguramente determinaron momentos importantes, evocados en la memoria.
Hay color, hay cosas que están en diferentes planos: suben, bajan, se elevan. Es casi inentendible, pero allí están.
Así es como podemos jugar con nuestros tiempos, en nuestro recuerdo y, por qué no, en nuestra imaginación.



Lectura de imágenes - Dora

Las flores que se hallan más alejadas del espectador tienen un tamaño parecido a la de las situadas más cerca. El contraste entre el blanco y el rosa da vida a las flores, se trata de un rosa tentación leve, sin el cual el blanco nunca tendría conciencia de su blancura. El azul teñido de malva, que conforma el fondo, provoca una sensación de opacidad, de irrealidad en el espectador. Parece querer establecer un contraste entre el fondo espeso y la delicadeza de las hojas flotantes.




Lectura de imágenes - Elba

Paseando por España llegué al museo Reina Sofía cerca de Atocha. Me dieron un catálogo en la puerta y entré sin guía, sola. La pintura no es lo mío, menos los impresionistas que siempre pienso si lo habrán colgado al revés o si es cómo lo pintó el autor. Pero caminé por los pasillos y entré a una sala con mucha gente mirando y fotografiando a ese tan especial. Me senté en un banco de madera muy lustrado y esperé hasta que se despejó un poco el lugar, mientras leía el catálogo y las referencias que hablaban del país Vasco, de la guerra, del sufrimiento de aquel fatídico día del ataque a un pueblo que estaba en su cotidianidad y de pronto todo cambió. 
Cuando se despejó de gente y me pude acercar y ver lo que el pintor había plasmado me transporte a ese lugar. Esas figuras eran abstractas pero lograron traspasar mi piel y de repente sentí que me caían lágrimas porque me angustie de ver y llegar a sentir el dolor: esas mujeres tratando de proteger a sus hijos, tratando de huir. Todos los cuadros que había visto de batallas siempre muestran dolor pero con el triunfalismo de quien pelea para ganar algo. Acá no, es un pueblo simple como el que yo habito en el que de repente todo pasó a ser dolor. No hay colores, no hacen falta. Hay un toro, brazos, piernas,  todo mezclado. Yo creía que el dolor se sentía, ahora aprendí que también se puede pintar.



Lectura de imágenes - Fabiana

Figura fantasmal, espejo del alma de la humanidad en este momento.
Dibujo con mi mente un rostro pálido, lleno de desesperación y miedo. Expresión de un hombre lleno de soledad y pavor devorado por sentimientos de pérdida y dolor.
Una cerca que encierra, que limita el paisaje de los fiordos oscurecidos por la distancia.
De fondo, un cielo rojo intenso, arremolinado de tristezas, pero que promete un nuevo día cargado de esperanza y libertad.


Lectura de imágenes

Imperativos del sediento viajero


Ésta es una orden de tu esclavo, amada.

Frente al espejo, sobre una cama o sofá engalanado con sedas de la India pintadas a mano o indonesio batik de circulares ojos, te tumbarás de espaldas, desvestida, y tus largos cabellos negros soltarás.
Levantarás recogida la pierna izquierda hasta formar un ángulo. Apoyarás la cabeza en tu hombro diestro, entreabrirás los labios y, estrujando con la mano derecha un cabo de la sábana, bajarás los párpados, simulando dormir. Fantasearás que un amarillo río de alas de mariposa y estrellas en polvo desciende sobre ti desde el cielo y te hiende.
¿Quién eres?
La Danae de Gustav Klimt, naturalmente. No importa quién le sirviera para pintar ese óleo (1907-1908), el maestro te anticipó, te adivinó, te vio, tal como vendrías al mundo y serías, al otro lado del océano, medio siglo después. Creía recrear con sus pinceles a una dama de la mitología helena y estaba precreándote, belleza futura, esposa amante, madrastra sensual.
Sólo tú, entre todas las mujeres, como en esa fantasía plástica, juntas la pulcra perfección del ángel, su inocencia y su pureza, a un cuerpo atrevidamente terrenal. Hoy, prescindo de la firmeza de tus pechos y la beligerancia de tus caderas para rendir un homenaje exclusivo a la consistencia de tus muslos, templo de columnas donde quisiera ser atado y azotado por portarme mal.
Toda tú celebras mis sentidos.
Piel de terciopelo, saliva de áloe, delicada señora de codos y rodillas inmarcesibles, despierta, mírate en el espejo, díte: «Soy reverenciada y admirada como la que más, soy añorada y deseada como los espejismos líquidos de los desiertos por el sediento viajero».
Lucrecia - Dánae, Dánae - Lucrecia.

Esta es una súplica de tu amo, esclava.

Vargas Llosa, Mario. “Imperativos del sediento viajero”, en Los cuadernos de Don Rigoberto.



Danaë, 1907-1908 (Gustav Klimt)

Autorretrato Literario - Alejandra

Cuando dijeron autorretrato, dije: "qué difícil, no sé que decir de mí". 
Es que últimamente tuve tantos cambios, físicos y en mi forma de ser, actuar y pensar. Será porque estoy en la mitad de la vida, es una broma que me gusta hacer. Hace un tiempo pasé los 40 y esto me trajo muchos cambios. Entonces no sé si hablar de la que era o de la que soy. 
Empiezo por la niña: fui una niña muy inquieta, divertida, curiosa. Hacía muchas actividades, me gustaba mucho ir al teatro. De joven también era inquieta, y muy amiguera. Tan inquieta y curiosa que estudié Turismo y hoy tantos años después, puedo decir que ponerme una mochila y salir a conocer una ciudad o caminar por un sendero o una montaña y no parar hasta que los pies y el cuerpo no den más es uno de los mejores planes. 
Bueno. Me fui por las ramas. 
La otra etapa fue la de señora mamá, ahí sí me puse sería, y sí, en algún momento tenía que sentar cabeza. Ser madre fue sin duda lo más maravilloso que me pasó en la vida. Siempre fui una persona fuerte, de carácter, de valores. Y ahora, en este último tiempo, logré empezar a vivir un poco más tranquila, disfrutando el día a día, dejando que la vida me sorprenda. A veces me cuesta, otras lo hago con más naturalidad. 
Siempre disfruté de las cosas simples, de compartir las pequeñas cosas con la gente que quiero. Físicamente siempre fui menudita, diría mi abuela. Piel blanca aceitunada, aunque no suena linda la frase, también me la decía mi abuela. El pelo y los ojos castaños y la nariz ñata. ¿Adivinen quién lo decía? 
Esa soy yo: me gusta viajar, cocinar cuando tengo ganas y tiempo, me gusta decorar con cosas originales, que voy encontrando, reciclando, que eran de mi familia. También me gusta leer, aunque cada vez me cuesta más lograr ese momento.

Autorretrato Literario - Emiliano

Cuando me inscribí en el taller fue porque escribir siempre me gustó. Hace ya muchos años que no dejo pasar un solo día sin hacerlo. No escribo cuentos ni novelas y mucho menos ensayos sino interminables reflexiones acerca del sentido de la vida y afortunadamente me ha ido bastante bien. 
Me llamo Emiliano y tengo unos cuantos años, tantos que ya no tengo obligación de votar ni de asistir a misa. En determinados horarios viajo en tren gratuitamente y hasta en ocasiones me ceden el asiento. Traté siempre de encontrar lo que de bueno podía tener aún aquello que parecía no tenerlo y en esta particular circunstancia la encontré. Mis nietos estudian por estos días online y ahora también yo y eso me hace sentir joven.

Autorretrato Literario - Darío

Nací el 7-10-1995
Soy una persona joven generalmente muy indecisa. 
Nunca me gustó la escuela a pesar de que hay materias que sí me gustan como Inglés y algunas cosas de Matemática como cálculos. También me gusta algo de la Física como la probabilidad. 
Me gustan los libros de género fantasía como de hechiceros, vampiros o magos. Me gustan las películas de acción como Resident Evil 4: La resurrección, además de películas como Destino Final. 
Me gusta el fútbol pero principalmente informarme de resultados y de estadísticas porque generalmente me aburre ver partidos. He visto algunas novelas mexicanas y otras nacionales, hace tiempo leía libros de Gaturro y me pasaba horas leyendo, me entretenía muchísimo. Me gustan mucho los animé como Dragon Ball Z y Los Caballeros del Zodiaco. 
Me gusta mucho la tecnología, como los videojuegos. Generalmente los que más me gustan son de fútbol. En 2018 hice un curso de marketing y redes sociales pero no me gustó. Ese año también hice un curso de Excel pero perdí el interés. 
Me gusta mucho la música, me gustan mucho las poesías y algunos mitos griegos. Siempre estuve interesado en escribir una novela pero siempre me quedé estancado sin saber cómo seguir, siendo así terminé escribiendo cuentos ya que las novelas son muy largas. También me interesa mucho escribir una canción, lo he intentado con rimas pero no me salió. 
Mi color favorito actualmente es el amarillo pero antes era otro color. Con el paso del tiempo fui cambiando de color favorito hasta llegar al actual. 
No me gusta la historia, me parece aburrida. No me gusta la política, me parece aburrida. Soy ateo, no creo en cosas sin comprobación. No me gustan los noticieros, me parecen aburridos y no les creo lo que dicen generalmente. Me gustan los programas de TV y los juegos de preguntas y respuestas generalmente me entretienen mucho. 
Mis números favoritos son el 7, 10, 20, 24, 70, 77, 710, 777. 
Soy tímido y, hasta el momento nunca tuve novia. 
Me gusta mucho hacer predicciones de fútbol, generalmente veo videos de You Tube de gameplays y predicciones de fútbol. Hasta el año 2014 era hincha de San Lorenzo de Almagro. Actualmente no soy hincha de ningún equipo de fútbol pero simpatizo con algunos equipos por familiares, amigos y mis ídolos del fútbol. 
Me molestan mucho las injusticias, generalmente soy muy sincero pero siempre respetuoso, y analizo las cosas. No soy observador salvo en lo que me interesa. 
A veces puedo ser muy rebelde. 
El 18 de febrero de 2016 empecé a ir a clases de dibujo y actualmente sigo yendo porque me gusta mucho. A finales de 2017 empecé a ir a una psicóloga para hacer un test de orientación vocacional. El 11 de marzo 2019 empecé a ir a clases de canto gratis, me gusta mucho y voy a seguir yendo este año. No me gusta viajar en colectivo, no me gusta esperar, me cuesta tener paciencia para lo que no me gusta, las cosas que me parecen ridículas intento evitar hacerlas.

Autorretrato Literario - Graciela

Mi rostro es redondo, por eso uso el cabello largo. 
Mis ojos grandes, oscuros con un brillo intenso y misterioso.  
Mi sonrisa me delata.  
Mi frente es angosta con leves surcos que muestran el paso de los años y las pérdidas que he tenido.
Desde niña fui curiosa con una intensa sed de conocimiento. Esto me llevó a que cada libro que llegaba a mí fuera una puerta para descubrir un mundo nuevo. Esa sed no se ha detenido, me condujo a caminos impensados y a ampliar mis horizontes, también a enseñar, que es un día y vuelta, creando puentes que alimentan mi alma.
He tenido muchos logros, personales y profesionales, pero el mayor, para mí, es ser mamá, que abrió  mi corazón al amor más sublime e incondicional.

Autorretrato Literario - Norma

Soy lo que parezco ser: una mujer común. Con el cabello pintado y mis canas al viento. Me he rebelado y las muestro. Suelo ser bastante ácida. Sutil cuando quiero. Pero normalmente cordial. No me teman. Eso sí, me cansa la insanía del pensamiento. No me gusta en una persona algo falso y pretencioso. Mi imaginación se ha nutrido de historias verdaderas y de ficción, y he vivido mil vidas sin moverme de mi sillón. Por eso recuerdo entre tantos, los colores y las imágenes de los Buendía, o los trágicos días de los Karamazov. El mundo raro del Barón Rampante o la belleza de ese lugar especial donde Meryl Streep vive su gran amor en África Mía.  He sido espía, poeta. He vivido aventuras increíbles, vidas trágicas, amores imposibles y desbordantes. Y hoy estoy aquí feliz de estar, porque he descubierto que, en mi lugar, tengo todo lo que anhelo.

Autorretrato Literario - Silvia

Mis ojos de niña me veían como siete manchitas –unas pecas con que llegué al mundo y siguen estando en el dorso de mi pie derecho, justo en el escote entre el dedo chiquito y el que le sigue-. Era una mirada detallista, implacable, que le atribuía a ese pormenor el peso de un defecto de nacimiento que asomaba horrible entre las tiras de las “Skippy“.
En los años de la adolescencia hubiera podido dibujar con los ojos vendados el perfil de mi cara, tantas veces haciendo cruce entre dos espejos para poder constatar ese inaceptable huesito que hacía un pequeño bulto que hoy en día ni me acuerdo de mirar.
La que fui después se hizo sin mayores esfuerzos bastante amiga de la que estaba allí en los distintos espejos. Hoy podría genéricamente describirme como una nena, primero jovencita, y luego mujer delgada, armónica, rubia en la primera infancia y castaña después, que si bien se sentía patito feo, a la distancia puedo creer que no era así. Luego vienen las seis décadas, con los kilos y ahí es cuando ya elijo no estudiar ni juzgar lo que veo en un espejo que apenas miro.

Autorretrato Literario - Luciano

Siempre pensé que lo más difícil es presentarse frente a muchas personas sin conocerse, y me doy cuenta de que es igual de complicado presentarse por escrito, sin vernos a los ojos. 
Me defino como una persona en búsqueda constante de equilibrio. No creo en blancos o negros, la vida es un camino con obstáculos, desafíos, momentos malos y buenos que nos van formando a lo largo de toda la vida. Mis objetivos en la vida siempre tienen que ver con los viajes, las historias y las buenas relaciones.

Autorretrato Literario - Claudia

Soy la ínfima niebla que cae desvelada sobre mis huesos.
Una mente analítica sin prejuicios ni consuelos.
El rastro del viento que consuela al olvido.
Soy rasguido de cadenas en busca del tiempo.
Los cuervos de Hitchcock.
Amo el monstruo que soy
y no extraño al ser humano que fui.

Autorretrato Literario - Ma. Teresa

Me miro.
Me miro, espero una respuesta.
Una sincera, autentica,
no falsas adulaciones.
No es lo que quiero escuchar.
Mi nombre, mujer,
de las que pisan fuerte y abrazan sus valores.
No me permito andar a ciegas,
miro de frente, al horizonte.
El incierto,
aquel que nunca he conocido.
No permito que una mano se alce y me lastime.
Como a tantas pobres, indefensas y frágiles mujeres.
Sé decir NO, sé decir BASTA, puedo cerrar mi puño,
y apuntar al infame que intenta castigarme.
Hubo un tiempo,
hace mucho,
uno distinto.
Tiempo de gritos y llantos.
De tapar mis oídos, de cerrar mis ojos.
Para esconder al cruel, al injusto.
Tiempo de juramentos y promesas.
El tiempo de hoy, el presente.
Tiempo de cuidarme y cuidar.
¡¡¡Tiempo de NUNCA MÁS!!!

Autorretrato Literario - Lilian

Dicen que la infancia tiene un impacto directo en el adulto que vamos a ser. La mía está ligada a Casbas, un pueblo pequeño del sudoeste bonaerense de agostos ventosos y veranos con chicharras y el carrito del heladero, el jardín de gladiolos y portulacas de mí mamá y el horizonte chato de la llanura salpicada de eucaliptus, molinos y alambrados. Todos nos conocíamos, allí era simplemente Lilian, la hija de María, la maestra de la escuela 4. ¡Fui muy feliz! 
Pero llegó la adolescencia y tuve que dejar el pueblo para estudiar. En el colegio de Buenos Aires era un apellido más y tuve que adaptarme. Fue muy duro. Volví a respirar libertad cuando empecé a caminar las aulas y talleres de Bellas Artes y, aunque eran tiempos difíciles para hacer amistades, conocí gente maravillosa. 
Después también conocí el amor de este hombre que tengo a mi lado. Tuve grandes pérdidas: hijo, padres, amigos, trabajo. Pero la contrapartida son también los otros hijos, nietos, viajes, más amigos, familia, lecturas y el arte que siempre me rescata. 
Hoy me cuesta pensar que estoy más grande, mí físico menudo y ágil, mí nariz respingona, mí pelo y mis piernas siguen buscando sentir en la cara aquellos vientos casbenses al caminar Castelar.

Autorretrato Literario - Alicia

Lo inmediato: piernas largas e inquietas que movilizan mi andar rápido y aseguran mi baile desenfrenado. Enramados brazos que terminan floreciendo en manos gastadas y suaves de abrazos y caricias. Enarbola mi imagen una cara redonda y morena, con grandes ojos de miel enmarcados en una cascada de negros cabellos. 
Lo que viene después lo dicen mis gestos, mi mirada suave o furiosa, mis silencios respetuosos o irónicos, mi lengua bondadosa o lapidaria, mi corazón humano o rencoroso, serena e inquieta, tozuda y competente. Mujer de batallas libradas, viajera incansable, lectora empedernida, madre amorosa, esposa enamorada. Mujer libre y orgullosa, justa, optimista, solidaria.
Todo eso es lo que viene tras mi imagen. Solo eso.

Autorretrato Literario - Osvaldo

Para llegar a quien soy primero tengo que recordar quién fui y sí recuerdo que fui un niño muy solitario, rodeado siempre de muchos otros niños. De esa forma llegué a mi adolescencia y fue un gran estallido. Desperté de mi soledad y sin saber cómo fui líder de grupos. Me miraba al espejo y me creía lindo tal vez, no sé, pero yo lo creía. 
Fui creciendo en edad más que en madurez: la facultad, mi primer trabajo y mi grupo de amigos inseparables, los que me alimentaban en crecer y de los que yo era su líder, no podía fallar, qué difícil. Pasaron los años, obtuve un título, me casé, fui muy feliz. Soy muy feliz y aprendí a ser yo mismo, ese que no conocía y fue justo cuando partió mi primer amigo. 
Yo fui pasando etapas lindas, feas, pero siempre optimista: había aprendido que la vida te da y te quita pero siempre sigue dando a pesar que de todo. De ese gran grupo hoy quedo yo solo pero como la vida da voy agregando los nuevos, los que hoy me hacen feliz y me encuentro haciendo las cosas que soñaba en aquella época y, claro, no podía. Había otros intereses pero aprendí y hoy los disfruto y me digo: "¿A esta edad?". Y me contestó: "¡¡Sí!! A esta edad". Y sigo más optimista que antes y, a pesar de tantas cosas que se suelen presentar en contra, me miro al espejo y me digo: "Ya no sos aquel que se veía lindo". Pero soy el que se ve FELIZ, el que sabe que cada amanecer habrá algo nuevo que aprender para poder ofrecerlo a los que te hacen feliz. Mi historia es común pero bueno soy yo el que mi creador quiere que sea.

Autorretrato Literario - Fabiana

Mi primer nombre es María, elección no muy creativa de mis padres, ya que nací el día de la Virgen, el 8 de diciembre, pero todos me llaman por mi segundo nombre Fabiana, que significa "la que cumple".
Blanca de tes, con muchísimas lunas que la anochecen. Boca pequeña pero rápida de palabras, a veces demasiado.
Ojos del color del tiempo: se oscurecen con los días grises y se ponen verdes con la luz del sol. 
Corazón alegre, humor irónico que muchas veces me salva, heredado de mi padre al que las dificultades de la vida no pudieron derribar.
Mi infancia estuvo llena de recuerdos, de sabores italianos, de tierra, árboles, manos amorosas de mi madre, de mi padre y de mi nona e infinitos juegos con mi hermano.
Mi historia de pequeña caminó por callecitas de Castelar, en ese momento poblada de terrenos y calles llenas de risas de niños.
Me gustaba y me sigue gustando andar en bicicleta, respirar el aire, el sonido de los pájaros y girar alrededor de la rotonda clásica de mi barrio.
Hace 30 años me llegó el amor en una playa y con el calor del verano y de esa unión llegaron mis dos hijos y con ellos el amor sincero, único y eterno.
Amo los libros, caminar, viajar, compartir tiempo con amigas y el mar. AMO EL MAR, fuente de paz para mi alma.
Mi vida transcurrió entre niños, risas, juegos, historias, palabras, números y pizarrones .
Necesito espacio, no hay nada que ame más que mi libertad. La rutina me espanta.
Generosa, egoísta , amable , hiriente a veces, comprensiva  y cruel otras. En fin, humana.

Autorretrato Literario - Elba

Soy mujer, estoy transitado la tercera edad, como dicen los comunicadores.
Tengo la tez blanca, aunque ahora bastante soleada. Contextura mediana, aunque el talle M ya no me va. El pelo blanco, pero lo disimulo. En fin, todo en mí tiene el desgaste que me trajeron los años que ya cumplí y creo que es bueno que así sea: estoy muy de acuerdo con que la naturaleza es sabia.
Estos años me trajeron una percepción que de joven no tenía, y me gusta mucho, yo me veo más por las cosas que en realidad no se ven de mí, soy feliz.

Autorretrato Literario - Virginia

Me percibo así, no se si me ven así.
Mi mente es voraginosa, mi observación aguda, intrépida y holística mi mirada. Tendrá que ver con el largo transitar en lugares: suficientes (dolor, enfermedad, cuidados).
Me percibo conforme, no adaptada.
Mis pies son ágiles, acompañan a una humanidad frágil, ojos inquietos, de aparente calma.
El gran manto que me envuelve es de color triguero.
La boca sonriente muestra destellos blancos alineados en su lugar.
Figura erguida lo más posible.
Compañera de compañeros, amiga olvidadiza.
Acompañada, desde casi siempre, por cuatro parecidos, mezclados entre dos, pero con sello propio.
Caminé, cambié, modifiqué, volví a cambiar, incorporé, incorporé, incorporé.
Siempre algo superior a mí me acompaña, me dejó llevar, salgo a veces y regreso buscando eso que amo.
Mi niñez viene siempre a mí entre Morón y Lobos. Casi diría doble pertenencia, entre sanidad y enfermedad. Otra doble pertenencia, entre mamá y tú. Otra doble pertenencia y así, así...
Tengo momentos de... Me quedo en algunos por tiempo, buceo, buceo pero giro y camino nuevamente.
Historias a la luz de las velas, días lluviosos, cartas, cuentos. Todos serían reales, no sé. A veces dudo.
Entre la plástica, la música, el arte pero no me animé y soy cuidadora de esos momentos, de esos otros.
Ordenada en lo estático, desordenada en lo movible, amante de la tierra firme, los mares sin elección.
Intento ser mejor, en ese día de embarcación final, pienso, no decido, confió en el propósito en que fui y soy.

Autorretrato Literario - Stella

¿Quién soy?
Esa que aparece en el espejo:
piel blanca, sin brillo,
párpados y ojos algo caídos,
algunas arrugas alrededor de los labios.
Y esta otra, la del interior:
piel Blanca brillosa,
color en las mejillas,
ojos redondos vivaces,
sonrisa resplandeciente, labios carnosos.
Tendrán que convivir ambas, porque ambas son mi yo.
Una, llena de proyectos aunque el cuerpo no responda
Y la otra vital, atolondrada y sin límites.
Por fuera, señora mayor,
por dentro una joven vital.
Ambas conviviendo y tratando de aceptarse.

Reflexión final - Fabiana

Este año viví, y creo que no fui la única, todos los estados de ánimo. Tuve días de alegría, de esperanza, de paz, pero fueron muchos los qu...